…“la intención es la técnica”…
Entre seres humanos nos tocamos desde un inicio, en el mejor de los casos, pero quién toca? Por un lado el bebé, en su “sabiduría orgánica”, se mueve buscando contacto bucal primero reptando hacia el pecho materno, con los ojos y su mirada, más tarde con las manos, como extensión de su boca. Todo este desarrollo lleva implícito una intención que, creemos, es la de establecer contacto y vínculo. Si del otro lado hay alguien que no reconoce esa intención, por lo pronto se quedará sin la posibilidad de desplegar esa “sabiduría orgánica” que trae en su campo.
La madre-padre, o quien estuviese a cargo, a través del toque integran ese movimiento vinculante de contacto. Y de esta manera se prolonga el desarrollo de lo que ya fue sucediendo en el útero a nivel de contacto y vínculo. Y si esa prolongación incluye una regulación de los extremos hipotónicos e hipertónicos, el bebé en desarrollo se siente “contento” , o como dice Gerda Boyensen en “bienestar en la independencia”, un estado en el cual el ser encuentra una autoregulación con los medios interno y externo, en este caso por períodos muy cortos, ya que es recién nacido.
Se podría pensar que tanto las palabras como los gestos tocan, pero en un inicio “el cuerpo a cuerpo” es inevitable a la hora de construir una “base segura” (Bowlby). Nadie podría afirmar que con un buen gesto o una palabra solamente se podrían calmar las “angustias inconcebibles” que sitúa Winnicott.
Ahora bien, el siguiente ejemplo ilustra con sencillez la dimensión de la intención: la madre toca amorosamente el cuerpo del bebé incluido sus genitales para limpiarlo y luego toca los genitales de su pareja en el encuentro íntimo. Cual es la diferencia?
Si no la hubiera, algo anda desencajado, no?, y pensaríamos en perversión. Pero si la hay, qué es lo que cambió, puesto que es la misma mano física?
Este ejemplo alcanza para adentrarnos en el inmenso, cuando no infinito terreno de la intencionalidad. Ya que suponemos que algo en la intención de esa mujer ha de cambiar para abrir dos campos tan diferentes.
Quien recibe el toque aparentemente es pasivo y el que lo da, por darlo parecería ser activo. Pero de esta manera se estaría anulando la intencionalidad y la apertura del ser en desarrollo de recibir activamente y en ese acto vincularse (el bebé no es pasivo al recibir, sino que es activo en sus respuestas ya sea tranquilizándose o excitándose).
Si establecemos una analogía entre el paciente en proceso psicoterapéutico con el bebé en proceso de desarrollo madurativo, en ambos casos se hace necesario, para promover el movimiento de dichos procesos, que tanto el psicoterapeuta como los padres se ubiquen receptivos y contenedores en torno al ser. Configurando un “campo organizador”, al decir de Boadella.
En el terreno clínico psicocorporal, es importante aclarar que un psicoterapeuta “muy activo” (con la connotación arriba expuesta) estaría en su intervención en el terreno de un masaje desconectado del sentir, más “kinesiológico”. Como psicoterapeutas intentamos ser más pasivos, aún tocando, y de esa manera estar receptivos a las reacciones que se suceden y se generan en ese toque en el paciente, en términos de imágenes o sensaciones y sentimientos. Que la actividad siga estando del lado del paciente, en la producción subjetiva que “enciende” el toque.
Entonces detengámonos el suficiente tiempo que necesitemos para trabajar nuestro campo de intención.
Intención que es una verdadera propuesta de dirección energética.
Ya que, desde una posición teórica psicoanalítica somos pasivos en torno al saber y nuestros pacientes son activos frente a ese saber, pero para movilizar ese movimiento de análisis en lugar de proponer asociación libre estamos cometiendo el “pecado” de transgredir una de las reglas fundamentales psicoanalíticas de abstinencia al tocar a nuestros pacientes, necesitamos afinar nuestro instrumento corporal y nuestra ”intención”, que no es otra cosa que entregarse a algo más grande que uno, que va a guiar nuestra mano.
Somos puente.
Freud hablaría de comunicación inconciente a inconciente, (entre terapeuta y paciente) aludiendo a esa entrega del analista a hablar desde un lugar más amplio que desde su yo. B. Brenann diría que el terapeuta está tocando fibras energéticas espirituales ayudado por presencias, guías, “seres inorgánicos”, que co-intervienen para el trabajo de sanación. Queda evidente también su apertura a “algo” más amplio.
La regla de abstinencia pide una “negociación” que permita dejarla ubicada en el lugar que nos salva como analistas de creer que “sabemos todo” acerca de nuestros pacientes como una madre que “sabe todo” lo que le pasa a su hijo aún cuando este ya tiene la suficiente edad como para saber de sí.
De lo dicho hasta ahora, mi intención es poner a jugar en primera instancia la dimensión del campo de intención del terapeuta.
Repito, la intención propone una dirección a la energía, a la nuestra y la del paciente, como el timón propone una dirección al barco, pero y el viento? Quizás nos pueda llevar a otra parte… pero podemos o bien explorar ese otro lugar o reconducir y volver.
Rastreando un poco desde la psicoterapia corporal tenemos a W.Reich, el primero en abrir campo en la dimensión del toque, ubicando que la intensidad de una idea depende de la cantidad de energía vegetativa que moviliza o cristaliza (concepto de identidad funcional mente-cuerpo) con lo cual esta premisa desembocó en “tocar” lo somático ya sea a través de movimientos, posiciones o toques.
Uno de sus discípulos directos fue Ola Raknes, en la península escandinava. Siendo de mayor edad que Reich, y luego de haber aprendido Orgonterapia fue analista de Reich, luego que este le pide trabajar con él su vínculo paterno. Fue en el último período de Reich antes de escapar por la guerra a Estados Unidos. Se considera esta etapa de Reich la última en su exploración clínica, ya que luego en Estados Unidos se dedicó al desarrollo de instrumentales para medir y cuantificar el orgón. En este último período trabajaba más en silencio con los pacientes, mucha respiración, buscando la fluidez de la bioenergía.
De aquí parte, como discípula de Ola Raknes, Gerda Boyensen-psicóloga y kinesióloga- quien fue creadora de la Psicología Biodinámica Evolutiva. Esta línea psicoterapéutica combina la Vegetoterapia Caractero- analítica reichiana (más tarde llamada por el mismo Reich “Orgonterapia”), con maniobras de toque. También Boyensen tuvo su influencia del Shiatzu. Se la considera pionera en su trabajo en torno al masaje y psicoterapia, dentro de un linaje de tradición reichiana. David Boadella luego de su formación también con Ola Raknes y su aprendizaje con Gerda crea la biosíntesis, sumando a la dimensión endodérmica de Gerda, los planos mesodérmicos y ectodérmicos para la comprensión del proceso psicocorporal.
Esta visión está basada en las investigaciones de las capas celulares del embrión en desarrollo. Los distintos sistemas de órganos en el adulto son la extensión de dichas capas embrionarias en unidades más complejas del desarrollo.
La dimensión endodérmica (que incluye el tubo digestivo, vísceras, y sistema respiratorio) en la Biodinámica está vinculada a la comprensión profunda que tuvo al seguir ese hilo reichiano que dice que el metabolismo energético emocional solo se produce, a posteriori de la expresión simpática, con la entrada al sistema parasimpático, el encargado de movilizar los intestinos y de movilizar la función general del placer, movimiento expansivo de la energía. De esta manera a la función básica de metabolizar alimentos a través de la peristalsis (movimiento pulsatorio de los intestinos), se le suma una función secundaria que promueve que los líquidos y fluidos producto del stress emocional depositados en las paredes de los intestinos sean movilizados, y fluyan por el tubo intestinal, creando recién ahí el cierre del ciclo emocional en las dimensiones profundas viscerales del ser, con la consecuente reenergización del cuerpo. A esta función secundaria endodérmica de los intestinos Gerda la llamó psicoperistaltismo.
Veamos ahora distintos toques en Biodinámica, distintas intenciones, en suma distintos mapas posibles.
Es posible que haya un salto de un mapa a otro en el transcurso de un trabajo, o no. Lo cierto es que a los fines de estudio es conveniente ubicarlos por separado, para poder llegar al núcleo de esa intención.
-El toque confirmativo, que atañe a ese estado del ser que necesita un reaseguro, una confirmación de su existencia. A través de este toque nuestras manos le dicen al paciente: “podes existir, de hecho existis”. Está vinculado a la musculatura, huesos, a la función contenedora tónica global del cuerpo. (en fase primaria del desarrollo sería la función maternante la que regula los estados tónicos, y luego en fase intermedia sería la función paterna la encargada de dicha regulación). En conceptos bioenergéticos la “yoidad corporal” (F. Tustin), o la base del self estaría anclada en los sistemas muscular y huesos. En esto confluyen D. Boadella y Guy Tonella, si bien otros autores de otras líneas lo ubican en la piel (proveniente del ectoderma, es decir sistema nervioso). En este toque nuestra intención primera entonces no está sobre la piel, si bien la tocamos. Sino en la musculatura, sin modificarla, respetando su forma, recorriendo las inserciones tendonales hasta las articulaciones. Luego por añadidura podemos explorar la piel, sin entrar al músculo.
-De construcción de carga y recarga energética. Indicado especificamente para los estados depresivos. Este toque implica de lleno a la respiración. Nuestro intento aquí es que el paciente aumente su carga energética a través de la respiración. De esta manera podemos jalar de los músculos, estirando las fibras, creando espacio, cambiando su forma (pero no en el sentido como veremos más delante de generar descarga emocional). O bien amasando las fibra musculares como si estuviésemos haciendo pan. Está vinculado también a la existencia básica pero es importante regular este toque sobretodo en pacientes que están desbordados, que ya están con suficiente carga y constatar si ese amasado está permitiendo crear una posibilidad de descarga a través de nuestras manos, o bien si está cargando más de lo que el paciente necesita.
-Toque expresivo, provocativo. Aquí estamos de lleno en la dimensión del desbloqueo de la coraza. Su nombre indica que nuestro intento está en penetrar el músculo, presionando algunas veces, aumentando el stress que ya hay debido al la tensión muscular crónica. Este toque crea la posibilidad de que se desencadenen respuestas vegetativas importantes, y puede ser utilizado en zonas de rigidez o bien para acompañar y profundizar la expresión emocional. A diferencia del anterior que también modifica la forma del músculo en el amasado, aquí tenemos una clara intención de que la emoción se exprese. Claro está que este fue el toque más utilizado en la bioenergética clásica.
–Psicoperistáltico, está vinculado especificamente a la generación de esta función secundaria de los intestinos que mencionábamos más arriba. Su intento claro es la apertura del psicoperistaltismo que interviene en el metabolismo de la energía al permitir que los fluidos, producto del stress emocional, circulen desde las paredes intestinales hacia el tubo. Es una función específicamente parasimpática a partir de la cual realmente
se inicia el proceso de regenerar energía puesto que el sistema neuromuscular se detiene (como cuando uno va a dormir y luego, se siente descansado y renovado, al menos que algo emocional esté pendiente creando un estado simpaticotónico que mantiene la alerta por más que la persona esté dormida) La intención está especificamente vinculada en activar la membrana que recubre el cuerpo, esto es por debajo de la piel, pero no llega al músculo, sino que lo rodea. Gerda descubrió que en la activación de dicha membrana aumentaba el sonido pulsatorio en los intestinos. Más tarde clasificó los sonidos haciendo de los mismos distintos niveles diagnósticos: sonidos de piedras que caen, que se transforman en aire para llegar a sonidos de agua que fluye, encontrando en dicho proceso el desbloqueo de lo que ella denominó coraza visceral. Este descubrimiento es lo más especificamente biodinámico.
Quisiera ubicar que distintas intenciones pueden navegar en paralelo, pudiendo entrecruzarse y generar efectos cruzados, ya que una persona por ejemplo puede a través de un toque expresivo llegar a integrar una emoción que se encontraba desintegrada de su self y de esa manera encontrar un estado de confirmación en su ser interno, y no necesariamente habremos incluido en la sesión algún toque confirmatorio. O viceversa, un toque confirmatorio puede habilitar a una persona muy sensible a animarse en el dejarse afectar por una emoción de manera tal que puede llegar a un nivel de expresión no conocido hasta el momento, etc.
Por otro lado, y dando un salto desde lo somático hacia lo sutil tendríamos todo un abordaje sobre el campo energético que circunda el cuerpo físico y que lo contiene. En este punto hablaríamos de fibras de energía pulsátiles que constituyen al cuerpo energético en su dimensión sutil. Aquí el ser es considerado primero como un campo de energía que en una de sus dimensiones encarna en un cuerpo denso, somático. En esto confluyen las miradas de D. Boadella, Gerda Boyensen y B. Brennann y distintos linajes de chamanes. Roselyn Bruyere, bruja-maestra de Brennann quien le transmite la técnica de la quelación habla de fibras, cordones que rodean al cuerpo físico y que pueden encontrarse en distintos estados de fluidez, de acuerdo a la fluidez que tenga la persona con su historia personal, y al igual que los chamanes del mejico antiguo, consideran que es posible acceder a esas fibras, a través de la conciencia y el intento, ya sea con masaje sobre el campo o movimientos y respiraciones con el objetivo de liberar esos cordones-fibras de las ataduras de las experiencias intersubjetivas que hemos tenido en nuestra historia personal y así poder navegar en el infinito mar de la conciencia que nos rodea.
Así como la historia está enraizada en el cuerpo y nuestro cuerpo cuenta su historia a través de sus tensiones, también desde una mirada sutil, la historia personal está “pegada” en las fibras de energía pulsátil que constituyen el cuerpo energético sutil, opacándolo, apagando el brillo de conciencia, obstaculizando nuestra navegación.
Nuestro intento aquí es alinear nuestras fibras para poder entonar con las fibras del paciente en la misma frecuencia y ayudar a sanar. Esto significa por ejemplo respirar en el área cardíaca e intentar conectar un color rosa, vibración rosa que invita a la sanación de lo emocional en un nivel muy sutil. Si nosotros estamos en esa frecuencia, quizás un paciente pueda entrar también en esa frecuencia, ya que los cuerpos conviven, en tanto campo en un espacio de sanación, y por resonancia energética entrar en la misma vibración, como dos instrumentos musicales que al vibrar uno, el otro puede empezar a emitir armónicos sin ser ejecutado, creando música.
Aquí también se hace presente y necesario la creación de un campo de intención a nivel sutil por parte del terapeuta.
Para finalizar quiero decir que las manos, herramienta fundamental de este costado de un abordaje psicocorporal, son una extensión del corazón. Y que desde ahí acompañamos procesos de curación. Con lo cual necesitamos “limpiar” nuestro corazón para poder desde los propios lugares de dolor atravesados, proveer para la cura.