Afecto, apego y entonamiento.

Título original: 

Affect, attachment and attunement: Thoughts inspired in dialogue with the three-volume work of Allan Schore Publicado en Energy and Character vol.34, año 2005

Afecto, apego  y entonamiento

Pensamientos inspirados en diálogo con los tres volúmenes del trabajo de Alan Schore:

Regulación del afecto y origen del self, 1994 New Jersey, Lawrence Erlbau

Desregulación del afecto y desórdenes del self 2003, New York y Londres: Norton & Co.

Regulación del afecto y reparación del self, 2003, New York y Londres: Norton & Co.

Revisados y discutidos por David Boadella   

Traducido desde su original en inglés por Yamila Turbay

Cuerpo en Terapia – Psicocorporalidad – Buenos Aires, Argentina 2019

Introducción: 

La relevancia del metabolismo bioenergético dentro de los contextos de psicoterapia corporal: antecedentes de importancia del trabajo de Allan Schore.

En psicoterapia corporal, durante los últimos años, se ha manifestado una tendencia hacia cierta grieta entre enfoques que dan énfasis al cuerpo, a las energías del cuerpo y a las dinámicas emocionales, por un lado, y enfoques que enfatizan la psicodinámica, las relaciones y la transferencia, por el  otro. 

En el trabajo de Wilhelm Reich esa grietano existe. Los insights de Reich sobre el metabolismo bioenergético se desarrollaron en paralelo a sus insights sobre la psicodinámica de la formación del carácter. En 1950 John Bowlby publicó su trabajo acerca del cuidado materno para la Organización Mundial de la Salud. El mismo año Wilhelm Reich inició una investigación de dos años sobre la relación infante-mamá en la cual hizo hincapié en el papel vital del contacto energético en el desarrollo del niño. Reich hizo énfasis en la “autorregulación” del niño en el contexto de un vínculo cálido, empático y pleno de contacto, primero con la madre y luego con el padre. Esos mismos principios de contacto fueron destacados por Reich también para la relación terapéutica, poniendo énfasis en el principio de identificación vegetativa y en el curso de una terapia cuyo foco fuese profundizar las funciones naturales de contacto del cliente, su lenguaje expresivo.

Desde la muerte de Reich en 1957 ha habido un gran número de desarrollos que han apoyado, confirmado y expandido estos insights fundamentales: desarrollos que han surgido en gran variedad de ciencias independientes, cada cual trabajando con sus propios métodos y principios de investigación, pero convergiendo en una imagen congruente del ser humano, su cuerpo, su mente y su mundo. Estas son las áreas de investigación más significativas en lo que concierne a la psicoterapia:

a)      Bioenergética celular Los principales investigadores son el ganador del premio Nobel, Albert Szent György  y su colega James Oschmann. Estos estudios han enriquecido mucho nuestra comprensión acerca del metabolismo energético fundamental del cuerpo. Han sido extendidos hacia un nivel organísmico por los estudios de Hess, Gellhorn y otros en lo que han denominado como acciones ergotrópicas y trofotrópicas del sistema nervioso autónomo (vegetativo); también por el trabajo de Robert Ader y sus colegas, en psico-neuro-inmunología, y por el trabajo de Candance Pert sobre las moléculas de la emoción (neuropéptidos).

b)     Neurología funcional: Los estudios del cerebro tripartito de Alexander Luria estuvieron en los fundamentos mismos de la Biosíntesis y han sido recientemente re-descubiertos por la neurociencia moderna. La complejidad del cerebro con diez millones de neuronas, cada una con diez mil sinapsis, revelan una simplicidad funcional basada en su desarrollo embriológico. Luria señaló la existencia de tres sistemas funcionales en el cerebro que son apoyados por diferentes regiones del mismo. La función es primaria y la estructura secundaria. Henri Laborit en Francia desarrolló un modelo biosistémico diferente del cerebro, en tres niveles, que será descrito más adelante, y que influenció fuertemente a la Biosíntesis. El trabajo de Antonio Damasio, destacado neurocientífico, ha mostrado cómo el cerebro está íntimamente “acoplado” al cuerpo. La neurociencia moderna está llevándonos, finalmente, de vuelta al cuerpo.

c)      Teoría del apego: Desarrollada por John Bowlby y colaboradores en Inglaterra a partir de 1960. Fue una expansión del psicoanálisis enfocada en los insights etológicos de la biología comportamental, con detallados estudios sobre los patrones de vínculo entre madre e hijo. Estos patrones de vínculo están relacionados en Biosíntesis a los diferentes estadios y fases del desarrollo de la empatía y de sus disturbios.

d)     Teoría del entonamiento: Puede ser considerada como un desarrollo de la teoría del apego. Sus conceptos claves fueron desarrollados por Daniel Stern en Inglaterra y por Martin Dornes en Alemania. El énfasis está en la interacción rítmica, en la danza entre madre y bebé en los períodos iniciales no verbales del desarrollo del self, que son la base somática del self verbal que se desarrolla sobre el tercer año de vida. En Biosíntesis trabajamos con un modelo de diálogo, invasión y privación. El diálogo se corresponde a un flujo de contacto a través del toque, contacto visual, tono de voz y resonancia empática: estas formas de contacto son aspectos de buen entonamiento (attunement). La invasión y la privación, que se corresponden a la hiperestimulación e hipoestimulación en el modelo de Stern, pueden ser vistas como formas opuestas de disturbios en el vínculo. 

e)      Teoría de los sistemas dinámicos: Desarrollada a partir del trabajo de Bertalanffy, esta ciencia interdisciplinar está asociada a diversos desarrollos claves: teoría del caos, relacionada al estudio de los cambios no determinados; teoría de la catástrofe, relacionada al estudio de la repentina exacerbación de los patrones normales de comportamiento. La teoría del caos ha sido aplicada para la comprensión del comportamiento esquizofrénico y de los disturbios del ritmo cardíaco, para citar dos ejemplos. La teoría de la catástrofe ha sido relacionada con el shock traumático y con los extremos de hiper e hipo excitación. La teoría de los sistemas dinámicos, especialmente en el trabajo de Esther Thelen y de Linda Smith, ha sido aplicada a la comprensión de las conexiones entre comportamiento, cognición y desarrollo motor, tema central para la Biosíntesis. Thelen y Smith se inspiraron en varias fuentes. Para la comprensión de la motilidad, fundamental para el concepto de campos motores en Biosíntesis, se inspiraron particularmente en el trabajo de Kurt Lewin acerca de las fuerzas motivacionales en el espacio vital; y en el trabajo de Nicolas Berstein acerca de los campos de fuerza del movimiento intencional. Todas esas fuentes alientan la importancia del permanente aprendizaje a través de la experiencia a lo largo de toda la vida y de la plasticidad del cerebro.

Ha habido dos fuertes trabajos de integración desde la muerte de Reich que apoyan y confirman los insights de la psicoterapia corporal en general, y de la Biosíntesis en particular. Ambos incluyen y fundamentan que muchas de las áreas claves de investigación citadas anteriormente son de fundamental importancia para el trabajo terapéutico. En primer lugar me refiero a la psicosomática integrativa de Thure Von Uexkull, que será revisada separadamente; y en segundo lugar, a los tres volúmenes de Allan Schore sobre afecto, regulación y self descrito a continuación. 

Principios de regulación

Allan Schore es a la vez terapeuta clínico psicodinámico e investigador en el departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de California en la Escuela de Medicina de Los Ángeles. Un concepto central que subyace a los tres volúmenes de su trabajo (en total 1465 páginas) es el concepto de regulación. Regulación es un concepto conocido en cibernética, fisiología, teoría de la información, neurología, psicodinámica y psicología del desarrollo. Es, de hecho, una de las características más fundamentales del universo, puesto que los procesos de regulación son estudiados incluso en geología y cosmología. La regulación está relacionada a los patrones de organización y a los modos de mantener relaciones de orden entre las partes y el todo, lo que permite que los sistemas cambien y evolucionen, sin desmoronarse. La regulación fue un foco central en el trabajo de Wilhelm Reich y del gran neuropsicólogo francés Henri Laborit.

Schore estudia la regulación en relación a las siguientes cinco áreas de mayor relevancia para la comprensión de las salud humana, neurosis y enfermedad, tratamiento o terapia: El cuerpo, el cerebro, la mente y la personalidad -incluyendo la formación del self y los campos biopsicosociales en los cuales esos desarrollos ocurren- y los procesos terapéuticos que buscan reparar los disturbios del self. Intentaré dar una visión general de algunos de los conceptos centrales de Schore, en cada una de esas cinco áreas. Mi tarea no es fácil, ya que su trabajo reúne las conclusiones a las que arribó basándose en investigaciones apoyadas en un total de seis mil referencias brindadas por una gran variedad de ciencias. Haré un intento de presentar, en mis propias palabras, mi comprensión y mis reflexiones sobre sus principales conclusiones.

1. El cuerpo y las energías de la vida

 A lo largo de su trabajo Schore destaca que el proceso vital depende de la entrada, circulación y salida de energía, tema fundacional de la psicoterapia corporal. Los procesos metabólicos de las células y de los tejidos son alimentados por procesos aeróbicos y anaeróbicos. En los procesos aeróbicos la respiración es fundamental. Las energías del sistema nervioso autónomo, central en la regulación de todos los sistemas de órganos del cuerpo, están divididas en dos sistemas funcionales principales. El sistema nervioso simpático es un sistema energético de excitación, caracterizado como ergotrópico: tiende a la activación, excitación y energización. El sistema nervioso parasimpático, por otro lado, es un sistema energético de conservación, caracterizado como trofotrópico: apoya la reducción de excitación, retracción, descanso y bajos niveles de energización. Los desafíos cotidianos del ambiente exigen que algunas veces uno y otras veces el otro de estos sistemas se torne más activo. El organismo alterna entre ritmos más altos o más bajos de salida de energía. Cada sistema da al otro un descanso. En condiciones ambientales extremas, stress agudo, trauma o relaciones disfuncionales crónicas, el equilibrio regulatorio normal entre ergotrópico y trofotrópico se pierde. Estas son las tres formas principales de desequilibrio:

a)      Hiperexcitación extrema

b)     Hipoexcitación extrema

c)      Activación autónoma doble Hiperexcitación extrema e hipoexcitación extrema coexistiendo en una condición paradojal. En el sistema emocional humano este tercer estado fue especialmente estudiado por Ernst Gellhorn y Jerome Liss y es una de las bases de los insights biosistémicos del trauma. Schore lo describe poéticamente como equivalente a manejar un auto a máxima velocidad con los frenos apretados.

Estas tres formas de desequilibrio representan crisis organísmicas. En el lenguaje de la teoría de la catástrofe son saltos catastróficos. En el lenguaje de Ivan Pavlov, en el trabajo de Frank Lake y en la Biosíntesis, que se basa en este concepto, hablamos de oscilaciones trans-marginales. Schore da el ejemplo de los estados maníaco-depresivos. En Biosíntesis, siguiendo a Lake, reconocemos la oscilación esquizo-histérica como ejemplo de un fuerte y exagerado desequilibrio en el desarrollo del carácter. Las tres formas de desequilibrio representan formas de desregulación y pueden ocasionar crisis organísmicas que pueden exigir ayuda médica, psicoterapéutica, psiquiátrica u otras formas de sanación energética o espiritual, para dar sostén a la recuperación de la regulación natural. El cuerpo está en constante contacto con los centros de coordinación del cerebro. Schore hace énfasis en que hay una comunicación de doble sentido, “bidireccional” entre el cerebro y el cuerpo, entre órganos, tejidos y células; y en la psico-neuro-inmunología, de la cual Schore se nutre, está bien establecido que los estados mentales y espirituales de alienación pueden ser transmitidos desde del cerebro y cuerpo “hacia abajo” directamente al sistema inmunológico, al nivel de las moléculas individuales. Estamos hablando de caminos sistémicos fundamentales de causalidad ascendente (upward causation) y causalidad descendente (downward causation).

Schore considera favorablemente los insights energéticos iniciales de Freud: los psicoanalistas han tendido a distanciarse de ellos, pero la neurociencia moderna está re-descubriendo la sabiduría de esos primeros insights freudianos sobre la libido, el afecto y las pulsiones. Schore los valida fuertemente, y esa validación se sostiene en el reciente trabajo de Solms y Nersessian.

No es necesario decir que la revalidación de los insights energéticos de Freud conduce a un implícito apoyo a la teoría energética reichiana, que fue una consecuencia lógica y un desarrollo de la primera teoría de los instintos de Freud. 

Demás aspectos acerca de la conciencia corporal serán descritos en la sección 3 sobre percepción, un poco más adelante. 

2. Dinámica del cerebro

Allan Schore tiene una comprensión extraordinariamente profunda y compleja sobre la miríada de conexiones dentro de la miríada de neuronas dentro del cerebro, electrofisiológica, bioquímica y molecularmente. Esa riqueza de información lleva a un no-neurólogo como yo a volver a recorrer los principios funcionales para intentar comprender las dinámicas subyacente sin quedar perdido en la “selva amazónica” del cerebro. La neurología inmensamente detallada de Schore puede ser mejor comprendida, en mi opinión, recurriendo a dos de los conceptos centrales de la neurociencia: el cerebro triuno y el cerebro tripartito. 

Hace ya más de un siglo, Pierre Janet en Francia y Hughlings Jackson, el padre de la neurología británica, introducían una visión jerárquica del cerebro que destacaba tres niveles de organización y control -en detrimento de la localización- como llaves para la comprensión del cerebro. Ambos tuvieron influencia en Henry Ey, en Francia, cuya visión organo-dinámica fue una de las precursoras de la neurología funcional de Henri Laborit, influencia clave -a su vez- para la Biosíntesis. Apelando al trabajo de sus predecesores, Laborit destacó los siguientes tres niveles del cerebro, en relación con aspectos funcionales específicos:

El cerebro inferior ( tronco cerebral) vinculado al comportamiento más automático, instintivo y a los ajustes autonómicos  en el presente

El cerebro intermedio (arquicórtex) vinculado a la memoria emocional y procedimental y los condicionamientos del pasado

El cerebro superior (neocórtex) vinculado a la reflexión, planeamiento, imaginación, memoria episódica y narrativa (verbal)

El concepto cerebro triuno fue relacionado tanto con el desarrollo individual del niño

(especialmente por Janet) y con el desarrollo evolutivo de los animales (particularmente por Hughlings Jackson). Este último aspecto fue popularizado por Paul McLean, que distinguió el cerebro neo-mamífero (o neocórtex), debajo del cual estaría el cerebro paleomamífero (arquicórtex) y el cerebro reptiliano (el tronco cerebral: cerebro central y cerebro posterior). Esta estructura jerárquica del cerebro se desarrolla muy temprano durante el desarrollo embriológico. Schore utiliza esta comprensión jerárquica para remarcar constantemente el flujo bidireccional de información que pasa del neocórtex al córtex antiguo, luego al tronco cerebral y viceversa. Insinúa que mientras más cercanos sean los procesos al córtex, más conscientes son, y mientras más profundos en el tronco cerebral, más inconscientes. La diferencia entre más o menos conscientes es reconocida como una diferencia entre dos tipos de aprendizaje y dos tipos de memoria: implícita y explícita, cada cual procesada en diferentes niveles o regiones de la jerarquía del cerebro. Existen conexiones directas entre el concepto de cerebro triuno y el de “psicoembriología” de Freud, como Schore también sugiere. Ese fue el término utilizado por Freud, fuertemente influenciado por Jackson, en su tríada super yo, yo y ello. Un refinamiento especial del neocórtex es su división entre hemisferio derecho e izquierdo. El cerebro izquierdo, más especializado en lo que se llama “cognición fría” y procesos lingüísticos, se desarrolla después del cerebro derecho, más especializado en lo que se llama “cognición caliente”, relacionada al procesamiento emocional y regulación social de las energías instintivas. Schore escribe en profundidad acerca de la corteza orbitofrontal situada en la frente, justo encima de las órbitas oculares, más dominante en el hemisferio derecho (aunque se encuentre en ambos hemisferios).

Considerando que los centros del cerebro inferior son más instintivos y pueden tornarse caóticos si pierden el equilibrio por un trauma o estrés ambiental muy fuerte, las funciones regulatorias de la corteza orbitofrontal precisan “re-comprometerse” para así colaborar con la recuperación del equilibrio perdido. En la psicoterapia corporal de la generación pasada este principio no fue comprendido: la liberación emocional y la pérdida de control eran alentados, pensando que eso ayudaría a las personas a liberarse de la represión de lo que Reich llamó “acorazamiento”. En 1971 Stanley Keleman y yo independientemente introdujimos un gran cambio paradigmático en la psicoterapia corporal, destacando que personas de configuración “borderline” o personas traumatizadas podrían fragmentarse debido al énfasis unilateral de la catarsis; y señalamos la necesidad de una conciencia complementaria puesta al servicio de la “contención”. A la luz de las investigaciones integrales de Allan Schore, ese cambio paradigmático queda plenamente fundamentado: la catarsis, en otras palabras, una fuerte expresión emocional, en algunas personas conduce a una inundación fragmentadora, pudiéndose pensar un proceso ergotrópico demasiado fuerte (hiperexcitación) donde la contención puede representar una autorregulación en el contexto de una relación confiable (niño con sus padres, cliente con su terapeuta). 

Laborit señala que cuando los centros de regulación superiores están suspendidos, existe una regresión hacia niveles más prematuros y primitivos de funcionamiento. Freud hablaba de un cambio de proceso secundario a proceso primario. En el trabajo terapéutico, en un nivel, buscamos suspender el hiper-control que es responsable de la “inhibición de la acción” (Laborit) y crear espacio para el retorno de patrones más espontáneos de pulsación, regulados por los centros inferiores del cerebro y de la mente. En otro nivel, buscamos ayudar a nuestros clientes a reorganizar niveles superiores de regulación y simbolización que guarden congruencia y no presenten conflictos con las expresiones más primitivas. El terapeuta psicodinámico inglés, Michael Balint, realizó una útil distinción entre regresión benigna y maligna. La regresión maligna es una caída catastrófica y re-traumatizante en el agujero negro de los sentimientos, sensaciones y síntomas más antiguos y dolorosos. Tiende a una ruptura de contacto consigo mismo, con los otros y también es antiterapéutica; puede ser vista como una forma inconsciente de acting out. La regresión benigna, por otro lado, es una regresión al servicio de la progresión. Es una forma de lo que Arthus Koestler denominó “retroceder para saltar mejor” (reculer pour mieux sauter). Aquí hay pérdida de hiper-control disfuncional, una desorganización creativa que preludia una creativa reorganización. 

El segundo modelo cerebral que me ayudó a navegar a través de la complejidad de los procesos neurales es el modelo de cerebro tripartito, introducido por Alexander Luria, un neurofisiólogo ruso, que fue también influenciado por Jackson y mantuvo correspondencias con Freud. 

Este modelo fue adoptado y se tornó intrínseco al modelo teórico de la Biosíntesis desde 1975. Luria distinguió tres sistemas funcionales del cerebro que se corresponden con una división tripartita del cuerpo en ectodermo, mesodermo y endodermo. La distinción tripartita de Luria no era jerárquica, atravesaba todos los niveles de jerarquía descritos encima. Luria describió tres sistemas funcionales paralelos, los tres a su vez interconectados. En primer lugar un sistema sensorial, trayendo información del mundo exterior; en segundo lugar un sistema energético (excitación-quietud) que fue relacionado con la emocionalidad y con el metabolismo básico; y en tercer lugar un sistema motor relacionado con la intencionalidad y la acción dirigida hacia el  mundo externo.

Allan Schore está bien familiarizado con el trabajo de Luria. Luria no fue apenas neurólogo, también fue psicoanalista y su trabajo ha sido redescubierto como neuro-psicoanálisis, especialmente en el trabajo de Mark y Karen Solms pocos años atrás. Schore está abocado especialmente al sistema cerebral sensorial y al sistema emocional energético (que incluye el sistema límbico responsable por las interacciones afectivas). El tercer sistema, el motor, está menos destacado, aunque en varios lugares Schore señala los efectos del equilibrio o desequilibrio emocional en nuestra conciencia cinestésica y nuestras respuestas propioceptivas. Este aspecto ha sido especialmente desarrollado en Biosíntesis, en nuestro concepto de campos motores y es uno de los focos principales en la aproximación al movimiento que se realiza desde los sistemas dinámicos, desarrollada por Esther Thelen y Linda Smith, mencionadas anteriormente. 

Las investigaciones de Schore nos recuerdan que el sistema límbico tiene lo que él llama “circuito dual”: en otras palabras, existen dos tipos de canales de comunicación dentro del sistema límbico, ascendente y descendente. Uno de estos ergotrópico (energético estimulante) y el otro trofotrópico (energético conservante). Cada uno involucra diferentes canales neurales y  diferentes neurotransmisores. 

3. El flujo de información sensorial y la percepción

La percepción es un proceso mental estudiado por la psicología: es parte del inmenso -y en rápido crecimiento- campo de los estudios de la conciencia. La percepción, normalmente, depende de sensaciones que llegan a la persona desde el ambiente, o desde el interior del propio cuerpo. Hace ya varias décadas, el neurólogo británico Charles Sherrington clasificó las percepciones sensoriales en tres clases: en primer lugar, interocepción, que surge desde el interior del cuerpo (por ejemplo latidos del corazón, ritmos respiratorios, peristalsis); en segundo lugar, propiocepción, que surge del tono muscular de un movimiento o postura; en tercer lugar, exterocepción, que surge del mundo exterior a través de los cinco sentidos normales.

El padre de la neurología alemana, Wernicke, introdujo hace ya más de un siglo la concepción de tres sistemas funcionales en la psique que se corresponden íntimamente con la visión de Sherrington. Wernicke llamó “auto-psique” al sistema que procesa informaciones internas del organismo, “somato-psique” al que procesa información motora y es la base del esquema corporal y “allo-psique” al que procesa la información que viene del mundo externo.

El fisiólogo ruso americano Paul Yakovlev, cuyas teorías fueron fundamentales en el desarrollo inicial de la Biosíntesis, describió tres tipos de movimientos energéticos a los cuales denominó: endokinesis, mesokinesis y telekinesis. Existe aquí una estrecha relación con las concepciones de Sherrington y Wernicke. Y las tres concepciones muestran -a su vez- correspondencias con las tres modalidades terapéuticas dentro de la Biosíntesis: centering, grounding y facing. 

Allan Schore señala que el cuerpo se comunica con el cerebro y moldea la mente a través de estos tres diferentes caminos primarios. Las señales interoceptivas de placer o dolor, y de excitación de la energía o retirada de la energía, los patrones tensos o relajados de respiración, la aceleración o disminución del ritmo cardíaco y tantas otras señales provenientes de los órganos internos son transmitidas al cerebro y pueden crear patrones de bienestar o de disturbio, asociados a las “emociones primarias” correspondientes, como excitación, rabia, dolor  o resignación y depresión. 

En segundo lugar, el tono muscular del cuerpo es transmitido por caminos propioceptivos y constituye la base del esquema corporal, particularmente estudiado por Head, Schilder y Tiemersma. Schore brinda ejemplos de total desenraizamiento en el cuerpo de un cliente disociado que se sentía “caído en un agujero negro”. Sus sensaciones de desequilibrio cinestésico eran enviadas al cerebro y eran capaces de alimentar su estado de ansiedad ilimitada.

En tercer lugar, las señales exteroceptivas atraviesan los cinco sentidos. En Biosíntesis los describimos como los canales de contacto fundamentales del desarrollo y de nuestro trabajo terapéutico. Allan Schore sugiere que los sentidos se desarrollan en un orden secuencial, durante los primeros meses de vida. El orden expuesto a continuación, sugerido por mí, constituye una secuencia en la cual un sentido en particular tiene más predominio. Esto no implica que los demás sentidos no sean importantes o que no estén activos en un determinado período. Schore toma como punto de partida el nacimiento, aunque haya ricas evidencias de experiencias sensoriales previas al nacimiento. En algunas secciones de su obra Schore está completamente abierto a la existencia de condicionamientos positivos o negativos originados durante el período prenatal.

a)      Olfato y gusto. Ambos son predominantes durante los primeros tiempos después del nacimiento, en las primeras actividades de succión.

Schore señala especialmente la fuerte conexión entre el olfato y el cerebro límbico. También muestra que, cuando el bebé succiona con más fuerza el seno materno, puede intensificarse la receptividad en los otros sentidos.

b)      Tacto. La psicoterapia corporal siempre ha hecho énfasis en la importancia del tacto durante el desarrollo temprano, así como en lo que Schore denomina “reparación terapéutica del self”, cuando el cliente es capaz de aceptar el contacto y la ética de ese contacto es respetada. Un trabajo clásico que desarrolla la importancia del toque es el de Ashley Montagu. Schore cita una investigación que muestra que el crecimiento cerebral está estimulado por un toque apropiado durante el desarrollo temprano; y que también el sistema inmunológico se fortalece a partir de un buen toque. En investigaciones con ratas bebés, el toque de la mamá rata es conocido como “gentling” (amable) y si hay privación de ese contacto en un período crítico, puede ocurrir que no haya desarrollo de los sistemas metabólicos, llevando a la rata bebé a la muerte. Schore menciona el bien conocido trabajo de Harlow, con monos bebés privados del contacto con la piel de sus madres, a quienes se les ofrecía -en su lugar- unas muñecas de tela, lo cual conducía a un retraso de su desarrollo. El feto se desarrolla dentro del cuerpo de la madre. Schore destaca que después del nacimiento el bebé procura maximizar el contacto con la piel de la madre, cuerpo a cuerpo, como un gran recurso para aprender a confiar en el mundo y ser nutrido por él.

c)      Visión. Allan Schore se vuelve extremadamente elocuente en cuanto a la función de la visión, el contacto visual, la mirada y de todo aquello incluído en el contacto cara a cara. Resalta que existe un proceso específico de energización visuo-límbica y que la neuroquímica cerebral está profundamente afectada por las cualidades canalizadas a través de los ojos. Ojos calientes dan la bienvenida a la excitación y expresan amor. El miedo en la cara de la madre puede conducir a una disociación en el bebé. Sabemos que la rabia fría puede congelar el organismo. La cara vacía e inexpresiva puede llevar a depresión o retirada. En los capítulos sobre la mirada, Schore señala con mucha claridad que los procesos energéticos no son únicamente intrapersonales, son interpersonales. Comprende perfectamente bien que en las interacciones cara a cara tenemos un ejemplo de lo que él llama “transmisiones bioenergética sincronizadas”, o resonancias. Esas resonancias son la base para una buena sintonía en la infancia, y disturbios en esas resonancias son la base de los disturbios en la personalidad. 

d)      Sonido. El bebé puede oír sonidos durante la vida en el útero y la importancia de ello para el desarrollo ha sido especialmente investigada por Tomatis. Schore ubica el predominio del sonido en un período tardío del desarrollo posnatal. El sonido de la voz de los padres puede ser bienvenido o rechazado, resonante o duro, y actúa como vehículo de cualquier emoción que la persona esté sintiendo. El tono de la voz es uno de los aspectos paralingüísticos que acompañan el lenguaje, y su efecto en nosotros puede ser paralelo o, algunas veces, opuesto al mensaje que traen las palabras.

Hasta aquí he descrito inputs no verbales que ingresan a través de los sentidos e impactan en el cuerpo y en el cerebro. Estos inputs no verbales son reflejados especialmente en el córtex orbitofrontal. Los mensajes por medio de palabras, durante el período formativo que Daniel Stern denomina como “self verbal”, son procesados por su contenido (distinto de su contexto emocional) en primer lugar en el cerebro izquierdo.

Schore destaca que si un niño sufre un shock o un trauma y el cerebro derecho es incapaz de regular la experiencia, entonces puede desarrollarse una “alexitimia”: la pérdida del uso de palabras para sentimientos y emociones. Es como si el cerebro izquierdo pudiese hablar, pero el derecho “se quedara mudo”.

4. Vínculo, apego y entonamiento

El psicoterapeuta inglés Donald Winnicott publicó un importante libro en los años sesentas llamado “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador”. Allí hace hincapié en que los procesos de maduración suceden “mejor” o “peor” de acuerdo a las posibilidades del ambiente biosocial íntimo de sostener o bien interferir en dichos procesos. En Biosíntesis hablamos de “proceso formativo y campo organizador” y lo desarrollamos en un contexto más amplio. 

El mensaje fundamental de Allan Schore, a través de todos sus escritos, es que el cuerpo, el cerebro y la persona, el self, se desarrollan en una interacción entre los procesos organísmicos (genéticos, somáticos, neurológicos) y la cualidad del cuidado que el niño recibe.

Uno de los focos más importantes de Allan Schore está en la relación entre la genética o los procesos cerebrales innatos -donde las neuronas están pre-programadas para funciones particulares- y la educación social del cerebro a través del “aprendizaje a través de la experiencia” en el ambiente. Científicos pesimistas del cerebro han argumentado que el trauma crea cambios irreversibles en el cerebro. Schore apoya el insight de que ambientes disfuncionales pueden verse reflejados en cerebros disfuncionales, pero también ve la verdad contraria, vital que los terapeutas comprendan: nuevos aprendizajes pueden llevar a nuevos desarrollos cerebrales.

Más específicamente, Schore presenta evidencias de que el contacto cara a cara y el contacto visual apoyan el crecimiento y afectan directamente a los caminos visuo-límbicos, lo cual resulta en nuevos mensajes para los genes dentro de las neuronas. Los ojos, según parece, envían señales a los genes.

Puede existir muerte sináptica como resultado de la privación o del sobre-estrés durante periodos críticos del desarrollo. Pero también puede existir sinaptogénesis y biosíntesis químicas dentro de las neuronas, ocurriendo aquí lo que coloquialmente es conocido como un nuevo “germinar” de conexiones nerviosas dentro del cerebro. Una buena crianza no sólo apoya el crecimiento del cuerpo del bebé, de su cerebro y su self; Schore aporta evidencias de que el flujo de contacto del bebé hacia la madre puede también estimular nuevo crecimiento neurológico en la madre. 

Los canales de contacto descritos anteriormente, a través de los diferentes caminos sensorio perceptuales, son el primer ambiente que el niño descubre. Schore aborda el desarrollo del niño a través de los clásicos estadios estudiados por Mahler, autismo, simbiosis, práctica y reacercamiento. También vincula sus observaciones con la descripción de Daniel Stern del self emergente, self nuclear y el self intersubjetivo y verbal. Parece existir un paralelismo entre la descripción psicodinámica de Stern y una descripción neurológica independiente de Antonio Damasio del proto-self, self nuclear y el self extendido o autobiográfico. Sugiero que los tres niveles de Damasio están relacionados con los tres niveles del cerebro triuno descritos por Laborit. Schore explica en detalle cómo el centro de regulación emocional, el córtex orbitofrontal, comienza a desarrollarse solamente alrededor del primer año de vida y madura hacia los 18 meses. Antes de esto, la regulación de la vida emocional del bebé depende de la regulación materna, que ayuda a agenciar las experiencias del self emergente y del self nuclear, antes de que el aprendizaje social del self intersubjetivo comience a estabilizarse. 

Schore demuestra que las funciones regulatorias de la madre tienen dos aspectos:

vitalización y relajación. Lo vitalizante se relaciona con la gratificación de la excitación, sostenida en las energías ergotrópicas, y es especialmente estimulado a través de los juegos de exploración y la estimulación de la vitalidad. El otro aspecto apoya los procesos trofotropicos y está presente, por ejemplo, en una madre que puede brindar confort a su hijo cuando llora, que puede contener la rabia de su bebé o que puede tranquilizarlo en estados de ansiedad.

La regulación interpersonal de la madre o del cuidador puede ser gradualmente internalizada por el niño a medida que va creciendo y va logrando “calmarse a sí mismo”. Este proceso está relacionado con la capacidad intrapersonal de autorregulación a través de la función de contención del, ya maduro, cerebro derecho.

Schore está fuertemente influenciado y brinda un profundo valor al trabajo de la psicodinámica etológica de John Bowlby, de Inglaterra, cuya teoría del apego ha sido uno de los mejores fundamentos que tenemos para la comprensión de las relaciones humanas.

Bowlby describe cómo el niño construye un “modelo de trabajo interno” de un padre o madre suficientemente buenos, modelo que actuará como guía frente los malestares de su vida futura. Este modelo de trabajo interno está descrito independientemente por Daniel Stern en lo que llama “representación de las interacciones que han sido generalizadas”. En la Psicología del Self de Heinz Kohut, que fue influenciada en gran medida por Winnicott, el “modelo de trabajo interno” se corresponde a una memoria e imagen interna del otro significativo. Kohut se refiere al otro significativo como el “self objeto”. Schore describe en detalle como el locus cerebral para el desarrollo del modelo de trabajo interno es la corteza orbitofrontal. La maduración de dicha área del cerebro se vuelve un foco central en lo que respecta a sentimientos de empatía, consciencia y consciencia ética del otro. Schore la relaciona particularmente con las esperanzas, deseos, sueños e imágenes.

Schore hace énfasis en la danza entonada que, impulsada por un cuidador suficientemente bueno, posibilita el mutuo reconocimiento, y amplifica y apoya el entusiasmo en el niño. Durante el desarrollo exploratorio, en el período tardío de práctica, destaca la necesidad de una regulación que contrabalancee influyendo sobre el lado trofotrópico del niño. Schore piensa esto en términos de desarrollo de una vergüenza saludable. Si entendí correctamente, Schore utiliza el término “vergüenza” en un sentido benevolente, para referirse a todas aquellas formas que un padre o madre utiliza para señalar a un niño “que se calme”, “que no trate de esa manera”, “que esa no es una manera de comportarse”, por dar unos ejemplos. En otras palabras, señales sociales dirigidas al self para indicarle que el otro está incómodo con lo que está siendo expresado. La vergüenza es un arma de doble filo, mismo el buen sentido de la vergüenza puede ser direccionado hacia impulsos saludables del niño, más típicamente hacia expresiones de su sexualidad. La falta de vergüenza, como rasgo de carácter, puede ser vista -sin embargo- como un rasgo patológico. Schore es claro cuando dice que la vergüenza en el mal sentido, o vergüenza patológica, es una disonancia que crea severos disturbios en el carácter. Desde mi punto de vista la encontramos típicamente en patrones masoquistas y en algunas tendencias depresivas.

Si el desarrollo temprano es perturbado por lo que Schore llama “trauma relacional”, en otras palabras, relaciones crónicamente mal adaptadas, apego inseguro (Bowlby) y falta de entonamiento severa (Stern), lo que se desarrolla son patrones de mayor “desregulación” (Schore). El cuerpo es perturbado, todo el metabolismo energético es perturbado, el cerebro es perturbado, la mente es perturbada, la personalidad es perturbada, el aprendizaje social es perturbado, la empatía es perturbada, el self es perturbado.

En la segunda parte de su segundo volumen, Schore examina algunos patrones precoces de disturbio. El apego inseguro evitativo, según sugiere Schore, puede llevar a una retirada que toma la forma de una especie de narcisismo autista. Podríamos reconocer aquí rasgos de personalidad esquizoide. Schore distingue el apego inseguro resistente en algunos pacientes borderline, que tienen que lidiar con alta excitación, rabia incontenible y tendencias a la fragmentación, en contraste con el odio frío del psicópata antisocial (personalidad sociopática) que relaciona con grandes privaciones y abandono asociado a bajos niveles de excitación. También describe aspectos de la personalidad en relación a una tercera forma de apego disfuncional, reconocida en la teoría del apego como “apego desorganizado”. Schore ve que el miedo es el factor predominante aquí y sugiere que el miedo en la madre es la base energética primaria para la disociación en el niño. El miedo traumático tiene efectos particularmente disociativos y desorganizantes.

Schore discute en detalle el narcisismo social que según él se desarrolla durante el período de práctica y en el cual los comportamientos autocentrados y no empáticos no han sido regulados. Hablamos de un niño que se ha desarrollado para ser más bien un príncipe a los ojos de sus padres, donde ha habido falta de balance trofotrópico a través de lo que Schore llama la “función regulatoria de la vergüenza no patológica”.

Los insights caracterológicos de Schore, basados en fundamentos energéticos de la socio-neuro-psicología del individuo durante períodos clave del desarrollo y “períodos críticos”, son fascinantes, invitan a reflexionar, pero no son la última palabra. Podrían conducir, en el futuro, a una importante revisión de los modelos psicodinámicos del carácter, sin embargo, según mi impresión, aún es necesario que se realicen más investigaciones en este campo para luego poder ser integrados.

5. La experiencia emocional correctiva y la reparación del self: vínculo y resonancia en terapia

 Franz Alexander introdujo el término “experiencia emocional correctiva” para el proceso fundamental de cambio que está en los fundamentos de las formas de psicoterapia relacional. Es central en el trabajo de la psicodinámica intersubjetiva y también en el trabajo de muchas formas de psicoterapia humanística. Si el paciente que consulta ha sido perturbado por traumas relacionales (experiencias invasivas o de privación que han perturbado su desarrollo emocional), su necesidad primaria es la de experimentar una relación sanadora, no patológica. Mucho más importante que aquello que el terapeuta hace (intervención), o de aquello que dice (interpretación) es cómo se relaciona con el paciente. Es cuestión de crear un nuevo apego terapéutico (conocido como “alianza terapéutica”) y establecer una empatía no verbal. La empatía es descrita en Biosíntesis, en el trabajo de Stanley Keleman y también por Allan Schore como una forma de resonancia somática que se comunica a través del contacto visual del terapeuta, a través de la expresión facial y a través del tono de voz. Para los terapeutas que trabajan con toque, la empatía también es claramente comunicada a través de las cualidades del contacto (en Biosíntesis, los elementos del toque).

Wilhelm Reich utilizó el término “identificación vegetativa” para describir el proceso que Schore llama “conversaciones entre los sistemas límbicos”. Jacob Stattman se refirió a esto como “transferencia orgánica”. La palabra “transferencia” se refiere a aquello que dos personas transfieren, o hacen pasar, en el campo bipersonal terapeuta-paciente. Es un proceso de doble sentido. El psicoanálisis estudió esto como patrones de “transferencia” (del paciente al terapeuta) y “contratransferencia” (del terapeuta al paciente). En palabras de Schore es bidireccional e involucra patrones de influencia mutua y recíproca. 

Melanie Klein introdujo el término “identificación proyectiva” para describir un proceso sutil de influencia inconsciente en el cual una de las partes de la relación proyecta sus sentimientos internos y actitudes sobre la otra, que a su vez se identifica con ellos y los introyecta en sí mismo. Klein se focalizó sobre todo en los aspectos negativos de la identificación proyectiva: en cómo el paciente puede despertar ira, ansiedad, depresión (y así sucesivamente) en el terapeuta. El terapeuta psicodinámico británico, Wilfred Bion, habló de la importancia de que el terapeuta se vuelva un “contenedor” de los sentimientos negativos del paciente, ofreciendo de este modo un espejamiento acerca de cómo manejar esos sentimientos. En tanto el terapeuta aprende a contener, digerir y “metabolizar” los sentimientos negativos inducidos por el paciente en sí mismo, el paciente tiene la oportunidad de un nuevo aprendizaje emocional (la “experiencia emocional correctiva”). Aprende a no sentirse castigado y amenazado por las respuestas del otro. Allan Schore dedica un capítulo entero de su tercer volumen a su modelo psico-neuro-biológico de identificación proyectiva y va mucho más allá de lo presentado por Melanie Melanie Klein al enfatizar la importancia de la transferencia de sentimientos positivos y “adaptativos” de confianza, calidez, alegría, alivio y empatía. Schore describe la identificación proyectiva positiva como una forma de “conexión psico-biológica”, y la relaciona con el concepto de “espacio transicional” descrito por Donald Winnicott a partir de sus experiencias en el jugar terapéutico con niños. 

Durante la relación terapéutica, el proceso de resonancia empática incluirá tiempos de desentonamiento, al igual que durante el desarrollo saludable de un niño dentro de un ambiente facilitador promovido por un padre o madre “suficientemente buenos”. Los errores del terapeuta son conocidos como “fallas empáticas”. Al volverse consciente de sus reacciones vegetativas y límbicas automáticas, y aprendiendo a regularlas, el terapeuta puede “co-participar en la reparación interactiva” de estos malos entonamientos y entonces ayudar a construir niveles de confianza más fuertes y profundos. El aspecto más importante del rol del terapeuta es su habilidad para monitorear, regular y modular las propias respuestas inconscientes que surgen frente al material que el paciente lleva a la terapia. 

En Biosíntesis trabajamos con el concepto de “doble presencia” desarrollado por Silvia Boadella, donde el terapeuta puede permitir que su conciencia se mueva libremente hacia atrás y hacia adelante en todos los canales de contacto entre el otro y el propio self. Este proceso es descrito por Schore como “visión binocular”, con un ojo en el paciente y el otro en el self del terapeuta. En Biosíntesis entendemos que esta es la razón por la cual los terapeutas toman “supervisiones”, para intentar volverse conscientes de sus patrones implícitos, latentes y aún no conscientes de contratransferencia negativa. Estos patrones son proyecciones de las reacciones emocionales no metabolizadas del terapeuta o introyecciones de reacciones emocionales no asimiladas del paciente. 

El paciente ha desarrollado sus patrones de apego disfuncional en relaciones no sincronizadas que han sido caracterizadas en Biosíntesis como “espejamiento distorsionado” (distorted mirroring) o “espejamiento privativo” (depriving mirroring). En nuestro trabajo terapéutico buscamos utilizar lo que llamamos “espejamiento que invita” (inviting mirroring) o “espejamiento que refleja” (reflexing mirroring), ambas formas de sincronía y resonancia. Las investigaciones de Schore muestran cómo la relación terapéutica, el contacto humano entre dos personas en un campo bipersonal intersubjetivo, necesita llevar a nuevas formas de sincronía, de insights mutuos, y de re-entonamiento. Neurológicamente esto significa un “re-cableado” en en el sistema nervioso, en palabras de Schore. Esto significa que nuevas condiciones de biosíntesis químicas y de sinaptogénesis están ocurriendo en el cerebro. 

Desde nuestro abordaje en Biosíntesis sabemos que no sólo el cerebro está cambiando, el cuerpo también: el tono muscular cambia de hipertonía o hipotonía en dirección a la “eu-tonía” (tono bien balanceado). La hiper o hipo excitación en los tejidos es reemplazada por una pulsación autorregulatoria, y la restauración de ritmos energéticos y carga somato-emocional saludables, la alternancia rítmica natural entre los patrones ergotrópicos y trofotrópicos de excitación. 

6. Conclusiones 

Schore concluye su tercer volumen con una lista de “principios de tratamiento psicoterapéutico” basados en su investigación, los cuales he formulado a continuación como series de opciones que el terapeuta tiene. Este es mi propio intento de realizar un contraste entre lo que entiendo como central para el abordaje de Allan Schore y lo que proponen otros abordajes más clásicos. En primer lugar en el diagrama se encuentran las intervenciones psicoanalíticas más clásicas. Màs abajo, las intervenciones psicodinámicas y humanísticas basadas en la comprensión de la psicobiología del apego maduro, entonamiento y regulación afectiva.

Llevar a cabo este intento de panorama general y resumen de la impresionante evidencia de los tres volúmenes de Allan Schore (en relación a sus principales fuentes, que han sido en muchos casos fuentes que han respaldado el desarrollo de la Biosíntesis), no ha sido fácil. Su escritura está densamente repleta de información y las seis mil referencias que sostienen su trabajo provienen de una amplia variedad de disciplinas científicas. Espero no haber cometido injusticias a su amplio alcance y a su profunda mirada, con una excesiva simplificación.

Conflicto

Predominio de Cerebro Izquierdo

Conciencia de contenidos mentales

Cognición fría de insights clínicos

Transferencia del paciente en primer plano

Imparcialidad clínica del terapeuta

Análisis de la resistencia inconsciente

Foco en la comprensión verbal

Conciencia del carácter y la historia

La vergüenza del terapeuta bloquea al paciente

Interpretación verbal de la transferencia

Defensa vista como parte de la resistencia- Memoria explícita del self verbal

La compulsión a la repetición es analizada- Foco en los problemas interpersonales

Foco en la tolerancia del paciente al afecto- Énfasis en la historia y en el lenguaje

Insights explícitos buscados desde el inicio

Pacientes listos para la simbolización

Énfasis en patología y enfermedad

Los cambios  provienen de los insights      

Comprensión de patrones de carácter como formas de protección del self.

Déficit: facilitación de nuevo desarrollo

Predominio de Cerebro Derecho

Conciencia del proceso emocional

Cognición caliente del entonamiento y la empatía

Contratransferencia del terapeuta en primer plano

Entonamiento y apego humano del terapeuta

Receptividad a los afectos primarios

Foco en los procesos viscerales somáticos

Conciencia en los ritmos de excitación energética

La confianza permite la autorrevelación en vez de la vergüenza

Continencia del afecto dentro de la transferencia

Defensa como protección de retraumatización

Memoria implícita  del self pre verbal- Reparación de las situaciones de “ruptura” de la confianza

Foco en la reparación interactiva de los disturbios

Foco en la tolerancia del afecto del terapeuta

Énfasis en el proceso y en el lenguaje corporal- Insights implícitos llevan con el tiempo a insights explícitos

El paciente madura de lo pre-simbólico a lo simbólico

Énfasis en el potencial auto organizativo 

Foco en la regulación interpersonal e intrapersonal

Reorganización de los modelos de trabajo interno como vía para la reparación del self

Finalmente ofrezco el siguiente diagrama de interrelaciones entre los campos enfatizados por la comprensión de Allan Schore y por nuestra propia visión desde la Biosíntesis. Leyendo de izquierda a derecha, se pueden observar los procesos de regulación o desregulación interpersonal. Leyendo de arriba hacia abajo, las formas de regulación o desregulación intrapersonal. 

TERAPIA

 Campo bi-personal

Nuevos estados de resonancia y entonamiento                                         

 Energía …. Cuerpo …. Cerebro …. Mente …. Self 

Biofísico …. Somático …. Neuro …. Psico …. Neumo 

FAMILIA

Campos tempranos de apego

Patrones tempranos de vínculo

Podemos precisar cuatro grandes grupos de disciplinas que han estado interactuando fuertemente durante las últimas décadas del siglo pasado y que continúan construyendo integraciones entre disciplinas que se abocan al cuerpo (bio), la mente (psico), el ambiente humano (socio) y el alma (fenómeno-neumo)

1.      Ciencias biológicas (fisiología, embriología, neurología, medicina clásica, medicina energética)

2.      Ciencias psicológicas (psicodinámica, psicología del comportamiento, ciencia cognitiva)

3.      Ciencias socio educacionales (psicología del desarrollo, psicoterapia, familiar sistémica)

4.      Ciencias fenomenológicas (estudios sobre la conciencia, psicología transpersonal)

Desde una perspectiva sistémica estos cuatro dominios: bio-psico-social-espiritual están superpuestos, interactuando, conectados recíprocamente.

Cuando estos cuatro dominios son tenidos en cuenta en el trabajo terapéutico con el ser humano entonces se abre la posibilidad de una terapia bio-psico-socio-espiritual.

a)      Estudios biológicos

Fisiología – Stent Gyorgi, Oschmann, Cannon, Gellhorn, Selye

Embriología – Hartmann, Blechschmidt

Neurología – Hughlings Jackson, Head

Neurobiología Neuroquímica

Neuropsicología – Huther, Roth

Neuro-psicoanálisis – Luria, Solms, Nersessian

b)      Estudios psicológicos

Psicodinámica – Winnicott, Kohut

Psicología del comportamiento – Thelen

Psicología cognitiva – Piaget, Grawe

Psicología del desarrollo – Bowlby, Ainsworth, Mahler, Stern, Dornes

Referencias

 Ader, Robert Psychoneuroimmunology Academic Press, London, 1981 

 Alexander, Franz Psychosomatic Medicine, Norton, New York,1950 

 Balint, Michael The Basic Fault, Tavistock Press, London ,1968 

 Bernstein, Nicholas The Coordination and Regulation of Movements, Pergamon Press, Oxford, 1967 

 Bertalanffy, Ludwig General Systems Theory, Braziller, New York, 1968 

 Boadella, David Lifestreams, Routledge, London, 1987 

 Boadella, David «Between coma and convulsion» in Energy & Character, Vol 6,1975 

 Bowlby, John Attachment and Loss,Vols I – 3, Hogarth Press, London,1969-1981

 Dornes, Martin Der kompetente Saugling, Fischer Verlagfrankfurt, 1992 

 Damasio, Antonio The Feeling of What Happens, Harcourt Brace & Co, New York & London 1999 

 Ey, Henri Etudes Psychiatriques, Desclee de Brouwer, Paris,1952

 Gellhorn, Ernst Principles of Autonomic-Somatic Integration, University of Minneapolis Press,1967 

 Head, Henry Studies in Neurology, Oxford University Press, London, 1930 

 Hess, Wilhelm Diencephalon,autonomic and extra-pyramidal functions, Grune & Stratton,Orlando, 1954 

 Jackson, Hughlings Selected Writings, Hodder and Stoughton, London, 1931 Janet, Pierre Les Nevroses, Flammarion ed., Paris, 1909 

Janet, Pierre Les Nevroses, Flammarion ed., Paris, 1909 

Janet, Pierre Les Nevroses, Flammarion ed., Paris, 1909 

Janet, Pierre Les Nevroses, Flammarion ed., Paris, 1909 

 Keleman, Stanley Your Body Speaks its Mind, Centre Press, Berkeley, 1975 

 Klein, Melanie Envy and Gratitude, Tavistock Press, London ,1957 

Dr. David Boadella

todos los artículos

Contactanos

Por favor, activa JavaScript en tu navegador para completar este formulario.

Dirección general: Lic. Gastón Rigo

Psicólogo UBA / Psicoterapeuta Corporal con Certificación Internacional

International Senior Trainer of Biosynthesis