PRESENTACIÓN A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL DE BIOSÍNTESIS COMO FORMALIZACIÓN DEL NOMBRAMIENTO DE “SENIOR TRAINER”
(Agosto2024)
Buen día, mi nombre es Gastón Rigo.
Lo primero que quiero compartir en este espacio es que durante estos días, me encuentro de manera particular, cerca de mi padre quien se haya internado, en un estado grave de salud.
Estar aquí en este momento conlleva cierto nivel de esfuerzo.
Su ser se encuentra debatiéndose entre la vida y la muerte.
Sentir la muerte de mi padre de 87 años de manera tan cercana me hace sentir la corriente de vida que atraviesa mi cuerpo de manera más viva. Sentir la muerte me hace sentir más vivo.
A través de esa corriente vital navega en mí una corriente de profundo agradecimiento a él que me dio la vida, y estoy aquí con ustedes queriendo compartir esa corriente de agradecimiento.
Esta corriente de agradecimiento se encuentra en la línea del tiempo del corazón, que no es el tiempo lineal del reloj.
Es el tiempo del alma, que nos da el acceso, la invitación para llegar a lo esencial.
Me recuerda la Conferencia dada por Silvia boadella en 2015 en el Congreso Internacional cuyo título fue “Naciendo y muriendo”.
Esto nos habla de los ciclos de vida y muerte.
Y la mirada del alma, del corazón nos sugiere la pregunta acerca de, ¿Cuáles aprendizajes tuvimos en nuestras interacciones y acontecimientos de nuestras vidas?
Mi intención, en tanto campo de intención, es vivir agradecido.
Agradecido a esas interacciones y acontecimientos a través de los cuales mi alma puede evolucionar.
Gracias Silvina Alterman por acompañarme de cerca con la traducción y a Mayco también por la traducción de bibliografía.
Gracias a la comunidad de la biosíntesis, Silvia en particular, por ofrecer este espacio.
Gracias a Liane Zink y a Eunice Rodrigues, maestras, por acompañar y ser testigos de mi proceso de crecimiento como formador.
Gracias a los alumnos/as a través de quienes he podido desarrollar la experiencia como docente, aprendiendo de los errores cometidos.
Gracias a mis pacientes por ofrecerme su confianza, abriendo su campo de intención de sanar, en sus procesos psicoterapéuticos.
Gracias a mis hijos y en particular mi pareja Karina quien soporta mis distintos cambios anímicos en todos estos años de proceso.
Gracias a mis colegas Yamila, Paula B., Josefina, Marcela por estar atentas al crecimiento del espacio de la Biosíntesis en Argentina, en quienes siento un gran apoyo.
Mi camino profesional comenzó como psicólogo clínico, formado en una Universidad Nacional de Argentina, la UBA (Universidad de Buenos Aires).
Luego como analista Bioenergético Certificado, supervisor y formador Local fui parte del equipo de la co dirección de la escuela internacional de bioenergética en Argentina durante 14 años.
Durante los últimos 12 años aproximadamente dirijo el espacio formativo de Biosíntesis en Argentina.
También he recibido formación en Psicología Biodinámica evolutiva con formadores franceses y brasileros que han venido gentilmente a la Argentina.
A continuación, quisiera hacer algunas reflexiones acerca de un escrito en el que desarrollo un tema que me ha hecho formular preguntas a lo largo de mi experiencia como psicoterapeuta.
El escrito se los he hecho llegar y se llama “Campo de Intención y su relación con la Sanación”.
Siempre me he preguntado acerca de la intervención psicocorporal como fenómeno.
¿Qué es lo que genera cierta eficacia?, ¿Cómo opera en el psiquismo?
Mi apreciación al respecto es que la eficacia de la intervención se encuentra en la presencia de un campo de intención compartida entre terapeuta y paciente.
La intención entendida como un gesto del alma.
Como un espacio interior del ser desde el cual, del lado del terapeuta, este ve con el ojo del corazón a su paciente e intuye a través de esa mirada lo que el paciente está mostrando y necesitando , también como gesto del alma en él.
En ese sentido entiendo la sanación en Biosíntesis como fruto de un campo de intención.
Esta mirada ofrece experimentar cualidades de frecuencia vibratoria de cuerpos sutiles.
Porque al hablar de intención entramos a una banda de frecuencia vibracional que antecede a la existencia material. Antecede a la manifestación material de las cosas en la vida.
Cuando tenemos una intención clara las corrientes derivadas de las capas embrionarias del sentir, pensar y hacer están alineadas.
Por otro lado, sabemos a través de la física cuántica, que la conciencia cocrea la materia al intervenir en los niveles sub atómicos.
Por lo tanto el observador es parte del objeto observado.
El terapeuta, con todo su bagaje energético, es parte intrínseca del proceso del paciente.
Siendo así, el campo de intención colabora en la terapia en la cocreación de imágenes creativas entre paciente y terapeuta.
Abriendo espacios resilientes, abriendo recursos para el paciente.
La intención es el alma de la propuesta del terapeuta.
Propuesta que considera los movimientos espontáneos del paciente, verdadero lenguaje no verbal, del cuerpo.
Este lenguaje, del lado del paciente, también trae un campo de intención oculto en ese lenguaje. Siendo la tarea del terapeuta ayudar a develarla.
La intervención psicocorporal es el espacio clínico, a veces intersubjetivo, en donde se manifiesta el encuentro de intenciones de la díada paciente/terapeuta.
Tendremos como terapeutas, la tarea de estar abiertos a recibir la manera particular en que el paciente recibe nuestra propuesta y definir en qué medida ésta va integrando más el self del paciente o no.
Así como la intención es el alma de la propuesta del terapeuta, la psicocorporalidad navega en esa intención.
Por lo tanto, la eficacia de la intervención psicocorporal va de la mano directa de cuánta claridad tenemos en esa intención.
Pero más aún, de cuánta receptividad tiene el analista en recibir lo que sucede al paciente con esa propuesta.
Introducción
Entender la sanación en Biosíntesis como fruto de un campo de intención es la base de este escrito.
Nos ofrece aproximarnos a experimentar la vida con cualidades de frecuencia vibratoria de cuerpos sutiles.
Desde la Física Cuántica hasta aquí sabemos que el sujeto observador (terapeuta) es parte del objeto observado (paciente), por lo tanto el terapeuta es parte intrínseca del proceso del paciente.
Este modo de entendimiento y percepción de la realidad nos invita a considerar los siguientes efectos en el campo de la terapia:
-Colabora en la co-creación de imágenes creativas entre paciente y terapeuta.
-La intención es el alma de la propuesta que realiza el terapeuta. Propuesta que considera los movimientos espontáneos del paciente. Siendo de este modo, terapeuta y paciente entran juntos a un espacio (llamado de “ensueño”) que facilita contactar información nueva para el proceso del paciente, lo cual facilita la construcción de recursos subjetivos, nuevos espacios y nuevas visiones para el paciente.
-Por lo tanto, crea así espacios resilientes.
-La neurociencia nos confirma el hecho de que dos cerebros trabajan mejor que uno, a partir de la presencia de una intención compartida. De hecho, es condición necesaria para el desenvolvimiento sano del bebé, la crianza en desarrollo temprano. Sin un adulto cerca de las necesidades primordiales del bebé, se genera trauma del desarrollo, dejando efectos duraderos en el sistema neurovegetativo.
“A propósito de la Intervención Psicocorporal»
Abril 2013 (corregido y presentado en 2024)
“Para qué sirve este ejercicio?”, me pregunta mi paciente X.
Respiro con profundidad esa pregunta que me han hecho durante más de veinte años de práctica clínica (fundamentalmente en los primeros años).
Y traigo calma a mi ser.
Entiendo que esa pregunta me ha llevado muchas veces a territorios de exigencias personales.
“No lo pienses como un ejercicio, sino como una experiencia a la que te estoy invitando que explores”, le aclaro.
Pienso que el ejercicio trae la dimensión de un movimiento estereotipado, mecánico, repetitivo y la experiencia trae la dimensión del dejarse atravesar en el cuerpo, por la vivencia. Algo que puede resultar creativo y no repetitivo.
Aclarar esto nos va indicando un campo de intención (psicocorporal) frente a nosotros como terapeutas y frente al paciente, para conformar un encuadre de trabajo durante el proceso y no meramente en el enunciado que se le da a un paciente en el inicio de la terapia, el de un encuadre psicocorporal (que incluye el cuerpo –movimientos, respiraciones, experiencias, meditaciones, circulaciones de energía- y la palabra).
Sigo, “además no sé para qué sirve”…”-date un tiempo para experimentarlo y luego vamos viendo”.
Me llega la intención del paciente, a través de su pregunta, de darle un marco organizativo a su experiencia, que lo proteja “de antemano” y le indique “qué es lo que tiene que sentir”.
Me llega su ánimo de búsqueda de seguridad a través de controlar en la experiencia qué es lo que tiene que suceder.
Por mi parte, pienso que le estaría mintiendo si le digo qué es lo que tiene que sentir y/o suceder, pero asimismo comprendo su dificultad de entregarse “al fin” a la experiencia y listo.
Pero claro, si bien el “saber” acerca de “para qué sirve” tal o cual “ejercicio” trae el riesgo de esperar algo en particular y en ese acto tapar la subjetividad del paciente anteponiendo un sentido, eso no significa paradojalmente que no tenga como terapeuta una firme intención en algo.
Por ejemplo, siguiendo el caso, proponer seguir con el hilo de movimiento de sus piernas (movimiento realizado espontánea e inconscientemente por el paciente) hasta llegar al pataleo, tenía mi intención de que “aparezcan” sus piernas. Simplemente eso. Que las sensibilice, que tenga un dato sensorial, propioceptivo, para poder integrar ectodérmicamente y contribuir a la construcción de su self-cuerpo. Ya que en su vida, siente, que “le faltan piernas” para resolver ciertas situaciones. Aludiendo a un profundo sentimiento de inseguridad básico.
Llegado al pataleo, el mismo puede abrir distintas intenciones dependiendo en cómo lo reciba la subjetividad del paciente: construir el cuerpo, que aparezca el self nombrando su cuerpo, sus sensaciones, afirmarse en ese proceso. También luego, puede tener la intención de expresar un enojo o ira, o abrir la sexualidad, etc.
El pataleo en sí como procedimiento, no significa nada, sino en torno a la intención que lo rodea tanto del lado del paciente como del terapeuta.
Cuál es el marco de intención que estamos “navegando” en nuestra conciencia, en principio?, y cuál es la intencionalidad bloqueada en el paciente que está intentando expresarse?
Claramente, pienso que la intención es determinante en el desarrollo de nuestra experiencia y propuesta clínica.
La psicocorporalidad “navega” en esa intención.
La eficacia de la intervención psicocorporal va de la mano directa de cuánta claridad tenemos en esa intención.
Pero más aún, de cuánta receptividad tiene el analista en recibir lo que le sucede al paciente con esa propuesta.
Encuentro de intenciones.
Desde este ángulo, miremos una intención posible en el abordaje de Reich.
Él siempre puso énfasis en que para que el impulso emocional desaparezca es necesario el bloqueo de la respiración. Con el “corte” en la respiración se suspende el acceso a la emocionalidad.
Por ende, al motivar la respiración trabajando sus bloqueos correspondientes se carga el impulso emocional reprimido.
Podríamos pensar que el trabajo sobre la respiración se ubica en el centro de atención, en el campo de intención, del abordaje reichiano con el fin de conseguir el desbloqueo de la coraza?
De ser así, no estaríamos ante un cambio de intención, paradigmático, con respecto al trabajo sobre la respiración y su implicancia clínica?
En ese sentido, pienso que la respiración y su trabajo terapéutico va orientado no sólo para
de-construir coraza, sino también para construir el self.
Cuestiones que han sido ampliamente cuestionadas y trabajadas desde adentro del Análisis bioenergético en autores como Bob Lewis desde hace dos décadas y desde sus inicios en la Biosíntesis, con David Boadella.
Ahora bien, con qué herramientas técnicas contamos para tal procedimiento?
La respuesta se encuentra primero en la intención del terapeuta, mucho antes que su propuesta.
Comprender la profunda inundación y catástrofe emocional y psíquica a la que se puede encontrar “sometido” el paciente ante la propuesta de la movilización de la respiración en el sentido de expresar contenido emocional disociado (y no meramente reprimido), como sucede en la mayoría de los pacientes que consultan en la actualidad, con profundos núcleos psicóticos (borders) abiertos dadas los profundos cambios ambientales, climáticos, sociales, pandémicos.
Qué significa que el trabajo sobre la respiración y su consecuente impacto sobre el aspecto económico derive en el plano terapéutico al servicio de la construcción del self y no a la de-construcción del psiquismo y su coraza?
No olvidemos que Reich fiel a una tradición freudiana pensó al ser desde la metapsicología y desde aquí avanzó con el aspecto económico y con él la función de carga y descarga de cantidades.
El acorazamiento -o carga contenida- y la descarga fueron el eje de su trabajo clínico.
La carga contenida y bloqueada en la coraza requiere del aumento de la respiración para su descongelamiento y su posterior drenaje tanto en la expresión emocional como en el trabajo sobre la percepción de todo este proceso.
Respondiendo a la pregunta arriba expuesta, aquí nos proponemos:
– A un interjuego de las cuestiones de cantidad y cualidad.
-A la expresión emocional –de alto voltaje de cantidades- sólo por añadidura al movimiento cualitativo del paciente y no como motor de la cura. Pautado y regulado por el terapeuta.
Por añadidura al “darse cuenta”, a un movimiento de posición subjetiva –cualitativo- y no como norte en la brújula del proceso terapéutico.
La expresión emocional, cuantitativa, catártica puede crear caos emocional. Ubicarlo en el “norte de la brújula” del proceso terapéutico, así como alentar las expresiones de la energía en general son intervenciones que ciertamente se pueden acercar a la iatrogenia clínica, o dicho en otros términos retraumatizar.
Lo cualitativo es la manera particular, subjetiva de pensar – y luego sentir- un acontecimiento transitado por el paciente, que como tal ya es propiedad del mundo de la realidad psíquica, dentro del campo psicoterapéutico.
Fiel al materialismo dialéctico, Reich propuso llevar al campo del psicoanálisis una construcción histórica, material, del psiquismo humano. Nos presentó el inconciente material, o sea, la historia vivida en el cuerpo y arraigada en él bajo la forma de marcas o tensiones y configuraciones musculares típicas. Es cierto, el “organismo total perturbado”.
Pero cuidado, que pensar la materialidad del inconsciente nos ha llevado como analistas bioenergéticos a considerar el acontecimiento también como material. En realidad, la materialidad es el modo particular en que una persona en su singularidad vivencia en su cuerpo el acontecimiento. El hecho en sí no es traumático, sino su significación. El modo particular en que una persona recibe lo acontecido es lo traumático o no. Su modo particular de respuesta es lo traumático.
Ya Freud nos lo había alertado.
La realidad psíquica, interna, es la que construye la corporalidad.
Y desde el desarrollo temprano en el seno de un campo relacional.
Los ojos ”rechazantes” de una madre no son rechazantes en sí. Lo rechazante es el modo particular en que una persona los recibe y siente rechazo por parte de su madre.
De hecho, mientras una madre mira con preocupación y tensión a su bebé porque tiene que dejarlo para ir a trabajar, el bebé puede recibir en la tensión de los ojos de la madre, rechazo. Y construirse una imagen corporal de sentirse rechazado. Y cuando es adulto tener la firme creencia de que la madre lo rechazaba mientras ella, por su parte, estaba preocupada por tener que dejarlo, y esa preocupación se transmitía por tensión en la mirada. Esa tensión fue significada de otro determinado modo por ese bebé.
Por lo tanto, la supuesta materialidad del acontecimiento “mi madre me rechazaba”, no es tal, sino que es la construcción subjetiva a la que llamamos materialidad y que tiene un impacto en el cuerpo ineludible: Mi paciente mientras llora me dice, “mi madre me rechazaba”.
En dónde estamos como analistas en ese punto?
Hacemos de “mi madre me rechazaba” la materialidad de un acontecer?
O más bien ubicamos el material clínico “mi madre me rechazaba” en el territorio de una construcción subjetiva en la corporalidad del paciente. O sea, en la materialidad de su realidad psíquica.
Esto deja abierto el campo vincular con esa madre para que haya una nueva construcción subjetiva, una resignificación de lo vivido, de lo acontecido.
Y nos movemos en el terreno de lo cualitativo, además de mover cantidades necesarias para que la historia personal se reedite durante el proceso terapéutico. Pero con el objetivo no de descargar únicamente lo no descargado – la tristeza/ enojo por el sentimiento de rechazo vivido en nuestro paciente, por ejemplo-, sino para poder crear un campo de movilización, que permita un cambio perceptual en el mundo relacional, lo que comúnmente llamamos cambio de posición subjetiva.
O sea, lo cuantitativo movilizado facilita la apertura de lo cualitativo.
En otro caso, mi paciente padecía de un patrón vincular “de no acercarse a la mujer por miedo”. Su intelección histórica acerca de esta temática, su creencia –cualitativa- es la fuente energética que sostiene su distancia a la mujer. Y no meramente las emociones no descargadas –cuantitativamente- en su historia frente a la mujer. La intelección en sí es lo cualitativo, si se comprende esto desaparece la fuente. Por supuesto acompañado por una intervención en este punto de psicoterapia corporal vincular que le enseñe un procedimiento nuevo en cómo acercarse a una mujer.
Por qué se afirma esto?
Escena histórica: el paciente de niño mirando a su mamá desnuda en la cama hablando por teléfono, sintiendo excitación y a la vez lejanía, sintiéndose retenido.
En esa escena (habitual), él se construye la materialidad “mi madre está lejos” sintiendo excitación y miedo a la vez.
Queda asociada su excitación sexual a un miedo al rechazo.
En su miedo todavía es un niño ante su propia sexualidad.
Intervención, mi paciente parado con los brazos extendidos hacia adelante ubicando delante de sí la imagen de una mujer que en su actualidad le gusta, arraigado en sus piernas/pelvis dice “me gustas”, simplemente. Risas, llantos…escena terapéutica que ciertamente fue vivenciada como otorgándole un “permiso” a su sexualidad y que lo mueve de su creencia de que si se excita la mujer lo va a rechazar. Momento en que su cuerpo puede “desatornillar” esa creencia y sentir alegría y risa. Sexualidad y alegría, en lugar de miedo.
Tener una dirección en la cura es tener una intención clara.
Si para que un determinado paciente llegue al bienestar necesita enojarse, pues entonces tendríamos la intención de que pueda expresar ese enojo.
O quizás necesite discriminarse, tendríamos entonces la intención clínica de construir límites.
O que pueda arraigar a la sexualidad en el sentido vital. Tendríamos la intención de elevar la carga de excitación del organismo.
Pero, cómo recibe nuestro paciente nuestra lectura y su consecuente campo de intención?
Puede recibirla desde su bloqueo y entender la propuesta de conexión con el enojo como una exigencia, o la intención de construir límite como un rechazo..
Por consiguiente, es necesario hacer un giro hacia comprender junto con nuestro paciente la “vivencia personal” de ser exigido.
Comprender junto a él que el modo en que vive es una construcción defensiva que le otorga digamos cierta “estabilidad sobre-adaptativa”, y que la terapia al confrontar ese modo estaría atentando contra esa estabilidad, creando un campo de inestabilidad.
La “buena noticia” es la esperanza de poder arribar a un nuevo “puerto” en su vida habiendo o bien integrado un enojo o construido un límite a sus vivencias de invasión.
Una estabilidad más genuina –orgánica- y esencial.
Qué significa trabajar el cuerpo en terapia desde una perspectiva psicocorporal?
Encuentro de intenciones…como respuesta posible.