Bionergética y Adicciones.

Artículo publicado en el periódico   «EL OTRO»- del ámbito «psi», de divulgación bimensual. Lo que define de manera específica cualquier tipo de adicción es la calidad del vínculo con el objeto adictivo. Se trata de un vínculo de sometimiento y dependencia en el que lo padece. Tal especificidad no se encuentra en el objeto (droga, comida, personas, tabaco, etc.) ya que éste,  como lo enseña el psicoanálisis, es contingente. El impacto de la adicción al cuerpo social y al cuerpo individual varía de acuerdo al objeto. En lo que sigue me referiré exclusivamente a las tóxicodependencias. Es aquí donde la droga aparece como objeto adictivo a diferencia de otras adicciones. Dicho objeto es el que otorga al toxicómano consistencia como sujeto. Y lo hace de una manera particular: atravesándolo. El corolario de esta operación pulsional no es otro que el de un alto grado de perturbación en la vitalidad general del cuerpo, en su potencial energético. Aquellos a quienes hago referencia se han encontrado en un momento de su vida imposibilitados de «estar en el mundo», «de ser en el mundo» en tanto cuerpo que hace, que modifica y se modifica día a día en ese hacer. Que ese «estar y ser en el mundo» estuvo mediatizado a través del objeto adictivo que les otorgo consistencia como sujeto. Nombrar términos como cuerpo y energía es una manera de introducir al Análisis Bioenergético, una producción neo-reichiana. Wilhem Reich fue un psicoanalista que de joven colaboró con Freud. Entre los años 1924 y 1930 fue nombrado por este como coordinador del seminario técnico de la Asociación psicoanalítica de Viena. Posteriormente continuó los intentos freudianos de darle un sustrato orgánico al concepto de libido, avanzando hacia una concepción energética y dinámica. El ser humano queda así definido como un ser energético. El decía que las neurosis son, básicamente, un bloqueo de esta energía que le impediría al sujeto una actividad sexual satisfactoria. En Reich sexualidad no es igual a genitalidad, con lo cual se trataría en la cura de reestablecer la capacidad de una descarga emocional que involucre acciones voluntarias e involuntarias (sistema neurovegetatitivo) del cuerpo, que sumado al análisis  de la transferencia  y resistencias devolverían al sujeto su potencial energético. De esta manera el orgasmo es en Reich un modelo de funcionamiento energético (carga-tensión-descarga-relajación) que permite ser utilizado como instrumento clínico. La actividad emocional responde a este modelo.   Los bloqueos energéticos se traducen en la esfera somática en una serie de «tensiones musculares crónicas» estructuradas a lo largo de la historia del sujeto y en relación directa a su vivenciar infantil. En la esfera psíquica los observamos en el carácter con sus distintas expresiones sintomáticas. El sepultamiento del complejo de Edipo involucra en la esfera somática una serie de tensiones musculares crónicas y en la esfera psíquica una modalidad de reacción frente al mundo, el carácter. Ambas esferas vienen a reeditarse en cada situación de la vida. El Análisis Bioenérgetico, cuyo fundador es el Dr. Alexander Lowen, aborda la clínica teniendo en cuenta ambas esferas antes citadas. Desde la esfera somática instrumentando ciertas maniobras y ejercicios corporales y desde la esfera psíquica con la interpretación, la construcción y el señalamiento. Ambas esferas responden a un único proceso energético que da lugar al padecimiento, por eso es que se abre un doble frente en el tratamiento. La idea de «superficie psíquica» queda así definida no solo a partir de lo dicho o no dicho por el paciente,  sino también a partir del material no verbal:  gestos, velocidad de movimientos, miradas, forma de respiración, estructura corporal, etc. Material que, a la manera de un acto fallido o un lapsus nos permite el acceso al inconsciente del paciente. Nos interesa destacar desde esta modalidad de abordaje, lo que implica el bloqueo energético en relación a la emoción como punto central a tratar en las tóxicodependencias ya sea en la desconexión emocional o en la «actuación» de la misma (actos impulsivos, fronterizos). El padecimiento de una persona es una limitación de su potencialidad y desarrollo. Como proceso energético existe una magnitud muy grande de esta energía destinada a sostener este padecimiento. Este es un planteo freudiano: el yo se ve debilitado en sostener el síntoma. Esta idea como campo energético tiene un correlato en la esfera corporal. Es decir el proceso energético por y desde el cual existe un padecimiento psíquico posee una contracara corporal que se traduce en una serie de tensiones musculares crónicas. Es decir existe un proceso único que da lugar a la psiquis y da lugar al soma. La falta de vitalidad, de conexión emocional, de contacto intersubjetivo, una cierta dejadez son cuestiones inherentes a la clínica de las toxicomanías. Cuesta la «presencia», no hay ganas de…, la presencia de un encuadre se transforma de manera permanente en un trabajo sobre los límites y la posibilidad de construir un espacio subjetivo. De aquí a una inversión de la demanda de tratamiento existe solo un paso. El paciente intenta colocar de manera recurrente al analista en el lugar de la falta y la pregunta. En este punto no hay un sostén energético que permita asumir la responsabilidad subjetiva. Es frecuente observar, en el dispositivo llamado «comunidad terapéutica», pacientes que a pesar de haber demandado un tratamiento, a la hora de insertarse en los diferentes «lugares» del mismo haya que ir a buscarlos. Lo que insiste entonces es el estar por fuera del encuadre, del borde. La inversión de la demanda radica en que siempre el paciente ubica en un otro su deseo de tratamiento, quedando él ubicado como un objeto a ser «tratado». Pero sabemos que es lo mismo que le sucede en la vida. No hay energía a disposición suficiente para «pararse sobre sus propios pies» en distintas situaciones de la vida. El «piso» de los pacientes toxicómanos es la falta de energía, la imposibilidad, la puesta en acto de las emociones. Existe una acumulación en los músculos, en el soma de estas emociones que, repentinamente atraviesan la coraza muscular

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Dirección general: Lic. Gastón Rigo

Psicólogo UBA / Psicoterapeuta Corporal con Certificación Internacional

International Senior Trainer of Biosynthesis