Abril 2001. I Jornada Argentino- Brasilera sobre psicoterapia Somática -Biosíntesis- Exposición. Clínica de niños: autismo y psicosis infantil.
La clínica en niños con serias dificultades de relación tanto como de maduración afectiva delimita un espacio de máxima sutilidad. La hipersensibilidad, las reacciones vegetativas sorpresivas y masivas y una perturbación acentuada en la capacidad simbólica son características esenciales de estos niños. La bioenergía expresada de esta manera, en su aspecto más sutil, arrastra al terapeuta a una posición en donde todo su cuerpo se transforma en una herramienta terapéutica.
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Introducción
La clínica en niños con serias dificultades de relación tanto como de maduración afectiva delimita un espacio de máxima sutilidad. La hipersensibilidad, las reacciones vegetativas sorpresivas y masivas y una perturbación acentuada en la capacidad simbólica son características esenciales de estos niños. La bioenergía expresada de esta manera, en su aspecto más sutil, arrastra al terapeuta a una posición en donde todo su cuerpo se transforma en una herramienta terapéutica.
El intento aquí es la apertura de un vínculo y un espacio de juego en donde la «fuerza de presencia real» del terapeuta abra posibilidades tanto para generar sentimientos de confianza y seguridad internas como para la construcción de «yoidad corporal», es decir identidad con un yo fundada en sensaciones y sintimientos que provengan del cuerpo.
– PRESENTACION DE LA POBLACION ESPECIFICA
Son niños que llegan derivados por neurólogos, que traen problemas de madurez y disfunción neurológicas. Desde un pto. de vista psíquico y psicodinámico poseen serias dificultades de maduración afectiva y relacional que los ubicaría o bien en el extremo de la psicosis o del lado de una neurosis grave o estructuras border. Estos niños son abordados de manera interdisciplinaria con una fonoaudióloga especializada en estimulación temprana y neurolinguística por un lado y psicoterapia por el otro.
-CARACTERIZACION
-DIFICULTAD EN LA SIMBOLIZACION: En estos niños no hay desarrollo del juego como actividad preponderante y espontánea. Ubico aquí el término juego tal como lo ubica Winicott en el sentido de un espacio de construcción de subjetividad. La capacidad simbólica se ve severamente perturbada. El «como si» del juego es muy pobre.
-IRRUPCION DEL REINO VEGETATIVO: En estos niños es bien visible lo que en el adulto se esconde detrás de las corazas y bloqueos energéticos. Como las tendencias se encuentran en estado casi puro y no encuentran corazas que las reprima, irrumpen con total anarquía como por ejemplo en el brote.
Ej: Observé lo saludable que era para Ale metabolizar la energía de la agresividad que venía sin control, y cómo después su sistema energético se autoregulaba. Con el tiempo comencé a gritar con él cada vez que venía de esta manera hasta que en una ocasión me preguntó, Gastón qué hacés gritando?. «Esto es lo que voz hacés» le dije. A partir de ahí comenzó a poder objetivarse e instaurar un control yoico sobre sus tremendos ataques de ira. Apareció la verguenza como formación reactiva que abrió un espacio para otra serie de posibilidades.
Esto me lleva a pensar en tres cuestiones más:
-DEBILIDAD YOICA: El impulso al no tener coraza irrumpe sin control. Esto demuestra la total ausencia o debilidad de el yo más allá de lo esperable por la edad.
-DESCONEXION (autismo leve): Una actividad del reino vegetativo muy apagada. Tanto que los impulsos no llegan a la superficie quedando encapsulados en estratos profundos con una musculatura rígida en profundidad, hipertónica, e hipotónica en superficie.
-PERCEPCION FINISIMA, HIPERSENSIBILIDAD: Esta permeabilidad debida a la ausencia de corazas se transforma en una captación inmediata e indiscriminada casi permanente de la infinidad de estimulos que giran alrededor de él. Una forma de vincularse con el mundo y las personas a través de sensaciones corporales, y no a través de actividad simbólica.
Ej: Una vez estaba intentando vincularme a Nicolás, y el desde su «autismo leve» no me miraba, parecía no registrarme, estaba vinculado a sus objetos autistas. Esto producía claramente un aumento de carga en mi organismo, una cierta ansiedad. Al momento de yo sentir esto él me clava la mirada como nunca lo había hecho antes y desde ese contacto ocular preciso me dice «vas a explotar». Mi reacción fue por demás una sorpresa y mi intento de retomar eso que había dicho fue un total fracaso o imposible porque él «ya estaba en otra cosa», como si ni él supiera qué fue lo que había dicho ni sentido.
En relación a esto yo pregunto si no es esta actividad «libre» sin coraza de la bioenergía lo que genera esta captación inmediata, masiva y directa del mundo, que a su vez se transforma en insoportable para el yo dada su debilidad.
-ACCIONES TERAPEUTICAS ESPECIFICAS
-VINCULO: Establecer vínculo por sobre todo, dado el cuadro de suma inseguridad y desconfianza. Un vínculo que trace las posibilidades de decir o hacer algo. Uno tiene la impresión de que estos niños son «usados» (tomando el término de S. Johnson) como objetos para cubrir expectativas y profundas heridas narcisistas de los padres. Por eso pienso esto de proveerles un espacio en donde poder expresar sin la necesidad de hacerlo «bien» para un Otro. Un otro enorme y exigente por demás. UN VINCULO EN EL CUAL EL CUERPO DEL TERAPEUTA EN SU TOTALIDAD SE TRANSFORMA EN HERRAMIENTA TERAPEUTICA. Me refiero al contacto ocular, a las manos que generan membrana muscular o borde; manos que generan presencia en el músculo o limpian el campo áurico. El terapeuta, al estar al nivel de la experiencia, puede percibir con todo su ser/cuerpo lo que está experimentando el paciente.
–PROVEER IDENTIDAD CORPORAL o «yoidad corporal» (tomando el término de F. Tustin) en acciones concretas sobre esqueleto y músculos con la «intencionalidad» de construir identidad fundada en sentimientos que provienen del cuerpo.
–En este sentido es la FUERZA REAL DEL TERAPEUTA lo que permite la aparición de un borde psicocorporal al impulso por un lado y por el otro permite la aparición de la fuerza en el niño. La fuerza de oposición, de borde, permite que la fuerza del niño no se diluya al impactar sobre su sistema esquelético y muscular promoviendo sentimientos de confianza y seguridad internas. Fuerza de «presencia real» que promueve sentimientos de unidad e integración ahí donde hay sentimientos de fragmentación.
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Acerca de la intervención psicoterapéutica corporal
La «intervención» psicoterapéutica en niños con «Trastornos generalizados del desarrollo», en especial con aquellos que padecen de serios rasgos de desconexión e intereses y comportamientos restringidos, repetitivos y estereotipados, apunta en lo esencial al apuntalamiento y potenciación de su débil «yo» inhibido por la patología. Esta debilidad yoica se aprecia a través de una dificultad para: simbolizar,comunicarse verbal y no verbalmente, interactuar, en tanto plano mental, y contener impulsos neuromusculares o permitir que estos tengan un alcance concreto en la realidad conteniendo una intencionalidad de acción modificadora, en tanto plano corporal.
Teniendo en cuenta el planteo de la psicoterapia corporal, esto incluiría un abordaje simultáneo sobre dos frentes: el juego espontáneo, y los mecanismos corporales que subyacen al mismo. Sobre su capacidad simbólica y sobre el terreno desde el cual se despliega la misma, el cuerpo. Porque el cuerpo a través de sus sensaciones estimulan o activan las celulas nerviosas e inician el proceso neural. Proceso que llevará al sistema nervioso central a agrupar y organizar la informacion sensorial y transformarla en una experiencia integral total.
Nuestro enfoque particular delimita, junto con el «juego espontáneo» de este tipo de pacientes, una acción concreta sobre su cuerpo en el contexto de un vínculo. El cuerpo del terapeuta aparece aquí como herramienta terapéutica en tanto fuerza real. La acción/intervención tiene tres aspectos: ayudarlo desde el cuerpo del terapeuta a contener su impulso en casos en que estos surgen con masividad o a construirlos en casos de grave desconexión e inhibición. Un tercer aspecto se refiere a la lectura del material corporal (no verbal) desde la cual se interviene tanto corporalmente como verbalmente.
Consideramos que el yo se construye y se asienta a través del vínculo fundamentalmente y en las funciones corporales motoras de movimiento y sostén de si mismo, es decir sobre el dominio y habilidad de las mismas para consolidar acciones sobre el medio. Esto se produce a través de una acción combinada entre: los sentidos, que nos conectan con el mundo provocando sensaciones, y los sistemas muscular y esquelético integrados funcionalmente por el sistema nervioso central.
Investigaciones recientes demuestran que si el recién nacido no es contactado corporalmente al poco tiempo se deprime pudiendo llegar a la muerte. De esto se desprende que el yo nace con la sensación. Que, como dijimos anteriormente, la sensación provoca estímulos que serán agrupados y organizados formando experiencias integrales y darán la sensación de pertenencia al propio cuerpo, es decir darán sensación de «yo» (yo existo, yo soy, porque siento mi cuerpo). La psicoterapia corporal intenta entonces producir un campo organizativo que reorganice aquello que no fue construido, aquello que no produjo sensaciones, que no produjo un yo asentado en el cuerpo. Mediante los músculos se producen sensaciones musculares y articulares que provienen del interior del cuerpo. Todas estas sensaciones y respuestas son las que provocan que se desarrolle el cerebro, y en el contexto de un vínculo, el yo. La terapia incluye la estimulación sensorial. La interacción proporciona la estimulación sensorial y un vínculo, como así también, las respuestas para lograr desarrollar y potenciar funciones y el yo.
El foco de la intervención ofrece de manera privilegiada una acción sobre los mecanismos corporales que subyacen a la actividad espontanea del niño. Sobre lo que el niño ofrece como material se le ayuda a que su acción sea completada. Se lee la intencionalidad muscular motora implícita en el cuerpo del niño a la hora de iniciar él una acción, abriéndose dos frentes en la intervención: por un lado se le ayuda a construir un sentido simbólico y por el otro se le estimula a que su acción se construya o alcance algún fin.
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Acerca de la Intervención de orientación a padres:
La intervención de orientación a padres intenta ubicar en primera instancia los puntos desde los cuales los padres construyen y significan a su hijo. Muchas veces los «nombres diagnósticos» son utilizados por los padres para tranquilizar sus ansiedades y angustias. Pero también a veces se transforman en verdaderos rótulos que estereotipan al hijo y por ende estereotipan la percepción de su hijo. De alguna manera entonces, este tipo de intervención apunta por un lado a desarmar estereotipos (no desarmar diagnósticos) y a intentar abrir la perceción, develando nuevos significados de «lo mismo». Cobra importancia vital para la consolidación de un cambio adquirido por el niño, el hecho de ser significado como tal por el padre. En ausencia de este espejo, de esta resonancia por parte de los padres todo cambio terapéutico corre el riesgo de perderse o no consolidarse.
La orientación sirve para que los padres puedan comprender más a su hijo y ahondar, profundizando en el vínculo discriminándose e independizándose de ellos.
Lic. Gastón Rigo.