Junio 1997. Artículo publicado en la revista «Alternativas de Vida» de publicación mensual.
CUERPO Y STRESS
«Ser es el estado de vitalidad del cuerpo.
Mientras más vivo está el cuerpo, mayor es el ser.
Pero este se reduce con cualquier tensión crónica que restrinja la movilidad corporal, aminore la respiración y bloquee su expresividad. Y se realza cada vez que nos permitimos sentir profundamente y expresar nuestros sentimientos con las acciones adecuadas.»
Alexander Lowen
La facilidad con que nos tensionamos está determinada, entre otros motivos, por el flujo y la velocidad de la época actual. Esas tensiones que marcan nuestro cuerpo y que las sentimos todos los días son fuente de un profundo malestar físico, psíquico y emocional. Además detienen nuestras potencialidades limitando nuestra vitalidad. Un cuerpo contracturado manifiesta un ser con poca movilidad y espontaneidad ante la vida (bajo rendimiento, creatividad, capacidad de reacción). Para salir del aburrimiento que genera tal estado de tensión es necesario movilizar esas tensiones que ocultan nuestro ser más verdadero.
El stress de la época actual tiene varios nombres o se manifiesta con síntomas distintos como por ejemplo: respiración agitada, insomnio, ansiedad, enfermedades gastrointestinales o cardiovasculares, adicciones al tabaco, alcohol, drogas u otras, irritabilidad, desgano, escasa expresividad sexual, etc.
Existen varias situaciones de la vida que pueden producir estos síntomas, que aparentemente son físicos pero que tienen una bisagra con lo mental y emocional. Esos síntomas físicos son una expresión corporal de lo que sucede a nivel mental y emocional, son un correlato directo, la otra cara de la moneda. El proceso energético de la vida es uno solo y tiene sus diferentes expresiones en lo corporal, mental y emocional.
Dicho proceso se ve alterado por situaciones que nos afectan. Por ejemplo, puede ser a partir de lo laboral y en relación directa a las sobreexigencias y la competencia desgarradora a nivel empresarial; en las relaciones con los otros, con nuestros semejantes, en donde lo que se juega tiene que ver fundamentalmente con las demandas que les dirigimos a los otros en un plano afectivo. Demandas de amor insatisfechas o necesidad de que nos contengan y se hagan cargo de lo que nosotros no podemos afrontar.
Frente a estas situaciones, al no poder responder de manera adecuada en el caso de lo laboral o al no recibir lo esperado en el caso afectivo, no encontrando una salida, nuestro organismo global, nuestro ser total puede comenzar a sentir algunos de los síntomas antes expuestos.
El punto problemático de esta situación radica en que la persona empieza a sentir como «normal» tal o cual actitud o comportamiento estrezado o estrezante (habituación, cronificación). Dicho comportamiento puede mantenerse de esta manera hasta un punto en que se llega a un límite produciéndose una ruptura o una crisis y es el cuerpo el que muestra, el que nos dice con su síntoma que algo no está funcionando del todo bien. Nuestro cuerpo es capaz de soportar y adaptarse a intensas situaciones de presión. Esto es una capacidad humana, pero pasado cierto límite el cuerpo comienza a reaccionar con algunos de los síntomas antes expuestos. En el caso de las adicciones, por ejemplo, el cuerpo ya comienza a necesitar un objeto fuera de sí mismo para seguir soportando aquellas presiones.
Es por esto que planteo un trabajo sobre la persona como un ser total, que involucre, por las necesidades de esta época, además de la palabra y análisis de contenidos psíquicos un abordaje sobre el cuerpo. Me refiero a la inclusión de la respiración ( en tanto fuente de producción de energía) y ciertos ejercicios que llevan a la persona a alcanzar mayor nivel de vitalidad y alegría.