Patologías Graves.

Junio 2000.Trabajo presentado en las II Jornadas Nacionales de Acompañamiento Terapéutico dictado por la U.B.A,- extensión universitaria-.

«PATOLOGIAS GRAVES»

Especificidad y abordaje: «Percibiendo el cuerpo y desde el cuerpo».

Mi experiencia fundamental en el tema patologías graves y desde la cual puedo hacer un pequeño aporte es con Psicosis infantil y autismo, en niños con problemas del desarrollo y madurez neurológicas, y sobretodo en Adicciones, toxicómanos, menores con problemas familiares, de delincuencia y psicopatía. En todos estos cuadros clínicos a las claras existe una dificultad grave en las capacidades tanto afectivas como productivas que denominarían en líneas generales a las patologías graves.

Me detengo a pensar un segundo en este tema y no puedo obviar acordarme de Moffat y los pibes de la calle. Moffat para quienes no lo conocen fue el fundador, entre otras Instituciones, del Bancapibe, Institución abocada a dar un «lugar» de contención y si se puede llamar también de tratamiento a esta población desamparada. En aquel momento eran pibes, ahora ya no lo son, ¿en qué se transformaron?…¿Viven?, ¿se desarrollaron?, ¿dónde están?, ¿qué hacen?

Tanta dureza, falta de sostén, de contacto afectivo. Tanto odio, tanta bronca, tanta ira contra un mundo que no les dio el derecho de existir, que no les dio espacio. Espacio para que?, para un cuerpo que ocupa un lugar. Entonces no hay, al decir de F. Tustin, quien trabajó años en autismo y psicosis infantil, yo-idad corporal, es decir identificación con un yo que ante todo es corporal. Que queda? Un yo que es pura imagen de si idealizada para nada identificado con los sentimientos que provienen del cuerpo ya que estos son terribles en cuanto humillaciones, maltratos, violaciones, etc..Digo entonces, se trata de un yo inflado defendido de estas profundas heridas narcisistas, cuyos mecanismos básicos son la negación del sentimiento y su proyección masiva en una perpetua acción de repetición, sin diferencias, de experiencias traumáticas bajo la forma de actuaciones y actos impulsivos.

Podemos situar, en una de sus posibilidades psicopatológicas, el lugar de una madre deprimida seriamente o con ausencia real en los primeros períodos postparto no proveyendole un espacio vital de excitación psicomotriz plagados de alegria, sonrisas, gritos, etc. Madres que posiblemente amamantan sin contacto visual lo cual no despierta el placer, la excitación visual, generando una coraza ocular. Esta insatisfacción ocular ligada a una insatisfacción oral promueve una ausencia de, al decir de W. Reich, orgasmo visual, orgasmo bucal.

Dos palabras en relacion a esto: el orgasmo involucra una carga-tensión y una descarga-relajación e implica reacciones voluntarias e involuntarias del sistema autónomo o vegetativo (simpatico y parasimpatico).

Ya desde el amamantamiento de una madre deprimida en los términos antes expuestos se inicia una privación orgástica, esto es una privacion del cuerpo en su dimensión energético emocional. Esto conlleva una retirada del pequeño, una retracción de su potencial vital: ahí se instala una forma resguardada de ser en el mundo.

Es decir el cuerpo en su totalidad es privado de reacciones orgásticas. Esto implica que el cuerpo en desarrollo ya es privado desde el inicio, de las series de experiencias que promueven la máxima vitalización, expresión y movilidad del sistema energético, vegetativo.

Creo que el planteo pasa por aquí , ya que si hablamos de «patologias graves» tenemos que situarnos en traumas acaecidos en épocas muy pero muy tempranas. Me refiero al período preverbal e inclusive el período intrauterino. ¿Cómo se encontraba el utero que alojaba al feto? ¿Rígido o blando? ¿Receptivo o expulsivo? ¿Frio o caliente?, etc. Quiero decir, ya que el feto descansa en el útero, se aloja en él, ¿de qué manera se vinculó con ese espacio? ¿Pudo aflojarse y sentirse seguro? ¿Qué impronta trae el bebé al mundo de ese primer vínculo, espacio? Pensando en estas cuestiones se abriría todo un campo en torno a la prevención de estas patologías trabajando de manera directa y específica en el cuerpo de la madre y con sus miedos y arquetipos familiares. Por otro lado, podemos ubicar la función paterna como posibilitadora de límite, de diferenciación y desarrollo. En términos psicocorporales, al proveer una fuerza de presencia real que posibilite la aparición de la fuerza en el niño: es decir, el desarrollo de un sistema esquéletico y muscular con la suficiente presencia que permita proveer sentimientos de seguridad y confianza internas. En el caso de estos cuadros graves la ausencia de esta fuerza real en tanto función paterna no permite la aparición de una fuerza modificadora de la realidad quedando esta retraída o bien la fuerza irrumpe con tal magnitud no poseyendo el yo un borde psicocorporal que la contenga. De esta manera más tarde con el desarrollo de la patología la pulsión agresiva no consigue tener límites psicorporales a su expresión manifestándose de esta manera como impulsos destructivos, violentos.

Quiero hablar entonces lo que Reich denominaba contacto sustitutivo. Ya que si ese contacto vitalizante del cual hablabamos no se produjo entre madre y bebé, o padre y niño ha de haber una forma que la sustituya,una forma no natural y no espontánea de expresión. Por ejemplo, el adolescente en lugar de sublimar su agresividad para transformar su mundo inmediato y hacerse un espacio confrontando la autoridad paterna, en tanto fuerza real, construye un contacto sustitutivo con el mundo, neurótico, pasivo de sobreadaptación y sometimiento. De esta manera el cuerpo queda acorazado bajo la forma de tensiones musculares crónicas. Lo que queda acorazado es su impulso original de agresividad y mudado en otra «cosa» sustitutiva. Este acorazamiento lo protege de los impulsos de agresividad del mundo interno por un lado, que ya le resulta peligroso por el temor al castigo y rechazo; y de las afrentas del mundo externo por el otro; e implica una rigidez crónica del sistema muscular que contiene de esta manera el impulso reprimido. El sistema vegetativo pierde movilidad y fluidez, lo cual lo podemos observar en un comportamiento sustitutivo, y entrega su energía al sostenimiento de esta coraza, y no a un funcionamiento pleno, vital del organismo.

Entonces, más allá de buscar una causalidad en estos cuadros, un origen, a la hora de ser prácticos es necesario intentar ubicar una cierta especificidad de lo observable clinicamente para poder intentar ubicar asimismo una especificidad de nuestra ubicación frente a estos pacientes.

En términos psicocorporales, bioenergéticos, podemos pensar que se trata de organismos psíquicos con alto grado de perturbación entre varios sistemas que involucran una dinámica en la cual: o bien sus impulsos no tienen coraza e irrumpen sin control del yo, o bien los impulsos están tan inhibidos que no llegan a la superficie quedando encapsulados y el paciente permanentemente retraído con una masa muscular rígida y compacta en sus estratos profundos. Dicho en otros términos podríamos hablar de un yo débil o bien frente a los estímulos provenientes del mundo interno, en cuyo caso estaríamos frente a irrupciones del mundo vegetativo a través de actuaciones y actos impulsivos o bien un yo débil frente a los estímulos del mundo externo, en cuyo caso el reino vegetativo queda excesivamente controlado y «apagado» sin ningun tipo de acción sobre el medio. Esto significa que o bien no hay suficiente defensa frente a lo que viene de adentro, o bien no hay suficiente defensa frente a lo que viene de afuera. Y las defensas son propiedad y función de un yo que en este punto es inconciente. Aquí radica la dificultad ya que las defensas son construcciones antiquisimas y complejisimas en el desarrollo psicocorporal.

Cuando estamos frente a un brote por ejemplo, estamos «experienciando» una irrupción del mundo vegetativo y somático: quiero decir, de reacciones involuntarias y voluntarias pero inconcientes. O frente a una «actuación», cuando el paciente no consigue simbolizar lo que le sucede y lo acciona, lo actúa. Esto último es muy frecuente en las adicciones. Entonces el término experiencia es de vital importancia. Porque si nosotros estamos al nivel de la experiencia vamos a poder percibir con todo el cuerpo lo que le está sucediendo al cuerpo del paciente y desde ahí vamos a poder decir o hacer. Percibir el proceso interno que puede estar experimentando el paciente. Su respiración, su musculatura, sus movimientos, y demás expresiones corporales son todos verdaderos significantes que permiten la entrada al mundo interno. Todo esta ahí, solo hay que intentar verlo. Las manifestaciones corporales son la esfera somática de un proceso psíquico.

Un ejemplo de esto pude ser el de una paciente adicta a la cocaína y con intentos de suicidio Ej de CELESTE… con la cual trabajé como acompañante y estaba bajo un dispositivo de 24 horas: ella tenía un exceso de amabilidad con todos los acompañantes. Este exceso de amabilidad es lo que anteriormente expuse como contacto sustitutivo, no espontáneo. La pregunta es : ¿Qué está queriendo decir ella con esta falsa amabilidad, que por supuesto es inconciente? Luego de una noche cuando estaba esperando mi reemplazo hacia el amanecer ella comienza a producir una serie de movimientos rapidos. Iba de un lado para el otro, acomodaba cosas. Es decir en una lectura psicocorporal ella estaba produciendo algo no habitual. Dentro de sí existía una fuerza que insistía en moverse y que sobretodo estaba dirigida hacia mí. No había palabra del lado de ella. Era un cuerpo que iba de un lado para el otro. En el ambiente se podía percibir y sentir un cambio, una cierta tensión. En un descuido mío ella se escapó y tuve que correr por todo el barrio medio dormido hasta encontrarla. Lo interesante de este ejemplo no es mi intervención sino ver que en su actividad corporal espontánea se estaba preanunciando una actuacion por eso digo que se dirigía hacia mí…(el acting- out siempre es dirigido a un otro)

En la psicosis y borders, en el contexto de un proceso terapéutico, existe un aspecto beneficioso en el hecho de que el paciente experimente la ira pero es necesario hacerlo, dada su debilidad yoica, de manera paulatina. Así como existe un metabolismo de los alimentos también existe un metabolismo de la energía emocional en los términos antes expuestos: carga-tensión-descarga-relajación de todo el organismo con la consecuente revitalización de todo el cuerpo. Todos los sucesos que nuestros pacientes graves tienen ya sea durante el acompañamiento o en el consultorio son un intento de producir este metabolismo emocional que tiene como consecuencia la posibilidad de la vitalización y potenciación a través de la descarga y la comprensión por parte del paciente del proceso que está experimentando. La pregunta es, de qué manera acompañar este proceso? En el caso de un psicótico dándole borde real al impulso para que a través de nuestra fuerza él pueda sentir su propia fuerza y contenerla y no sentir que se fragmenta al fragmentarse su cuerpo.

Trabajar el cuerpo significa, del lado del terapeuta o acompañante terapéutico, percibir el cuerpo y señalar o accionar desde ahí y no solamente promover un ejercicio corporal. Significa un entrenamiento en la capacidad de «ver» manifestarse, expresarse el cuerpo. Uno tuvo esa capacidad de niño. Los niños ven lo invisible del adulto. Y con ese ver ya conocen la actitud interna del adulto que le dice una cosa pero que por la otra está sintiendo otra cosa.

Esto fue un intento de mostrar en una dimensión psicocorporal la dinámica de las patologías graves en donde en líneas generales, vuelvo a repetir, se podrían defenir la capacidades de amar y trabajar como dos variables intensamente perturbadas.

Lic. Gastón Rigo

Psicólogo U.B.A

Análisis Bioenergético C.B.T (Certified Bioenergetic Therapist)

Especialización en Biodinámica

Master en Biosíntesis.

Lic. Gastón Rigo

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Dirección general: Lic. Gastón Rigo

Psicólogo UBA / Psicoterapeuta Corporal con Certificación Internacional

International Senior Trainer of Biosynthesis