Autor del relato: Leonardo Colangelo
Comentarios «Una mirada desde la Biosíntesis», a cargo de Gastón Rigo-
Ya no podía bajar sola de la cama, hacía unas semanas que tampoco podía subir. Justo ella, Romita, que había saltado desde una terraza a lo del vecino, ni bien llegó a su nueva casa, y siguió corriendo como si nada.
Tenía problemas de cadera, como muchos perros labradores y ya no comía su alimento de bolsa. Esa noche Leo le había dado pollo que le encantaba y se relamía, los dos lo disfrutaron mucho.
A la mañana siguiente Leo se levantó y le preparo la pastilla, que le había recetado el veterinario, dentro de un pedacito de pellejo de pollo crocante. Salió al jardín y la llamó silbando. No la encontró, había viento y sol y las ramas de los árboles se balanceaban rítmicamente. Miró a su izquierda donde crece la rosa china, rápido miró en dirección opuesta a la derecha, hacia las palmeras, la vio acostada y caminó y no pensó y el viento y el movimiento y las plantas…Fue un instante donde todo se detuvo, no hubo percepción, hasta que vio los ojos de Roma desde ese momento inmóviles para siempre.
Respiró profundo y vio momentos. La vez de la nevada en Bs. As. que era una cachorrita y recordó la foto, cuando salían a pasear y agarraba la correa con los dientes, cuando su hijo se le tiraba encima y ella no hacía nada. Con dolor y determinación la arrastró por el pasto hasta un pozo que había realizado. Luego de gran esfuerzo bajó el cuerpo de su animal (Roma ya no estaba) al fondo del pozo y lo cubrió de tierra. Lloró como nunca, como por nadie lo había hecho. Recordó a su padre y pensó que las relaciones se hacen de a dos, en vida, que tal vez por eso no lloró su partida y ahora por su perrita querida sí lo estaba haciendo.
A la noche soñó. Fue extraño aquel sueño, corto, conciso, económico, pero muy revelador:
“El tío Guille (que no era su tío sanguíneo, cosa irrelevante, a efectos pragmáticos u oníricos) llegaba a la habitación apareciendo desde lo oscuro, patinando con los patines botita de Tato Bores (en mi casa se vio los domingos de toda la niñez de su programa) haciendo una vuelta sobre su eje y todo”.
“Al acercarse le pregunta a Leo cómo estaba con su padre, si estaban bien y si hacía mucho que no lo veía”. (Él conocía su relación. Hablaron cuando murió, Leo no fue a despedirlo, no supo si se iba a arrepentir , pero por muchas razones o por ninguna valedera decidió no ir).
“Atrás estaba Tito, el padre de Leo, sin bigotera de oxígeno, caminando con normalidad” (había muerto de una enfermedad terminal que duro más de 10 años).
“Atento a la situación Tito contesta, que en septiembre van a ser 3 años. Mariana y Federico hicieron una broma sobre el cigarrillo y se rieron con complicidad. Leo le contesta a Guille que con Tito estaba todo bien”.
“Al costado izquierdo del cuarto donde estaba la sombra había una planta que empezaba a florecer formando un pequeño pimpollo color fucsia, al descubrirla la llevaron a la derecha a la zona de la luz”.
Ese fue todo el sueño.
Sin comprenderlo, se levantó tranquilo como pocas veces en su vida, o como ninguna.
A los pocos días Leo, casualmente, habló con su madre del tío Guille. También a los pocos días de haber hablado con su Madre, casualmente, Leo recibió un llamado del Tío Guille. Por supuesto llegado el momento, dejando pasar algunos temas Leo contó a Guille que hacía pocos días había soñado con él y su Padre y que lo había visto en paz y en buen estado de salud como nunca lo había visto antes (en vida). Guille lo escuchó atentamente y le contó que la relación de Tito con su padre Enrico fue menos cordial que afectuosa, que poco había recibido y que por eso tampoco era mucho lo que había podido dar y que a su entender el mensaje que Tito había venido a traer a Leo era el de pedirle perdón.
En texto Coleridge se lee lo siguiente: “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano…”
Las palabras del tío Guille fueron la representación de la voluntad de Tito, en el sueño de Leo, fueron la flor de Coleridge .
Tal vez como hablan muchos mitos de muchas diferentes culturas a la hora de la última exhalación uno ve su vida completamente. Tal vez en ese instante Tito comprendió en alma otra cosa que nunca pudo comprender en vida. Tal vez por eso en el sueño dice que no lo veía desde hace tres años, justamente desde el momento de su muerte, en el que pudo percibirse y ver a su hijo.
Yo soy Leo tu hijo y te perdono Pa por no haberme dedicado tiempo en mi infancia, por no haber estado conmigo, por haberme despreciado, por no permitirme destapar el vino, por haberme querido estafar: por no haber sabido aprovecharme. Ahora que soy padre y me relaciono con mis hijos y los protejo y juego con ellos, sé de todo lo que nos perdimos, me queda una sensación de pena, pero una pena tranquila, mansa: como atardecer cálido. Lo raro es que ahora luego de tu muerte siento que tenemos una relación mucho más vital, como el día que estaba arreglando la aspiradora con Sofi y sentí que estábamos juntos. Seguramente nos crucemos en otro sueño y nos demos un fuerte abrazo (seguramente ya sucedió).
Una mirada desde la Biosíntesis
En el año 2015 en el marco del Congreso Internacional de Biosíntesis en Natal, Silvia Boadella en su conferencia “Naciendo y Muriendo” nos transmitió la importancia de “dejar ir lo que ya no sirve”. Y eso es la esencia del trabajo terapéutico. Leo, en su escrito nos ofrece amorosamente su experiencia de dejar ir el resentimiento, efecto de una relación paterna aplastante y aniquilante.
A la vez la Esencia en tanto núcleo del ser, señala Silvia B., se mueve entre el nacimiento y la muerte. Y más allá de la muerte para volver a nacer. Encarnamos y desencarnamos. Esta perspectiva existencial de la Biosíntesis nos propone la posibilidad de concebir el nacer y el morir en tanto movimientos vitales de recambio de perspectivas. Ciclos. También, nacer y morir como metáfora . Como la posibilidad de dejar ir algo de nuestras vidas que ya no está en frecuencia con nuestra esencia. Cada pequeña o gran decisión que tomamos en nuestro día o en nuestra vida, implica una pérdida (y una ganancia en lo que se elige). Y en esa pérdida hay una posibilidad de morir y un soltar.
La perspectiva de la existencia en el plano de la vida y más allá de ésta en la muerte nos abre un diálogo entre lo visible y lo invisible. Y una perspectiva Transpersonal espiritual desde la Biosíntesis.
Y Leo es testigo de esta experiencia.
Experiencia transpersonal que posibilita a las energías del perdón y el amor emerger y continuar dentro de sí, una línea de procesamiento del sentimiento de existir que va más allá de una puesta de límite saludable, producto de habitar las fuerzas de la mera sobrevivencia.
Límite a un padre torturador que ejerció en vida el “desconocimiento” de la vida de su hijo rechazando su existencia en el plano vital, emocional, afectivo y relacional. Propuesta vincular que lo arroja a Leo a la selva de la vida con apenas alguna fuerza de la naturaleza intrínseca al cuerpo (la que sobrevivió al aniquilamiento paterno) para el manejo de la sobrevivencia: lucha y/o fuga.
Su conciencia de sí le permitió, en proceso de sanación, activar y amplificar las suficientes energías agresivas saludables para ejercer el límite a este padre (ya internalizado y tortuoso).
Padre que refleja un linaje paterno de abuso y desafección amorosa. Porque Tito, el padre de Leo tuvo a Enrico como padre del desamor. Me pregunto, que será de la relación de Enrico con su propio padre?…hasta dónde llega la cadena de la violencia?
Esa pregunta no tiene respuesta y nos puede llevar a un pensamiento lineal de creer que se puede ubicar un inicio. Más bien ubicándolo en un territorio de repetición circular como fuerzas inmanentes a la condición humana, estamos ante la posibilidad de la evolución humana. Acabar con la perspectiva victimario/víctima. De terminar con el linaje violento, de reparar la condición humana hacia ciclos vitales ya no de repetición, sino de diferencia hacia el cuidado amoroso, el respeto y una crianza que brinde espacio subjetivo. Leo en su experiencia nos enmarca y enseña ese camino.
Ir más allá de la agresividad y puesta de límite (experiencia bioenergética de alto voltaje emocional y expresivo) hacia la autoafirmación y el reconocimiento de sí (a través de la experiencia psicoterapéutica corporal vincular, es cierto) trajo “por añadidura”, y sólo por ella, la apasionante posibilidad de elevar la frecuencia hacia las energías del amor y el perdón. Las más poderosas energías humanas de sanación y evolución. Cae la víctima y por añadidura cae el victimario (porque mutuamente se necesitan, sin una no vive el otro dentro nuestro, y viceversa).
Y ese proceso continuó en sueños…
Aquí el sueño queda ubicado, no tan solo como la expresión de un conflicto inconciente y su aparente solución, sino como un puente entre el mundo material y el mundo espiritual.
Un espacio, un territorio de sanación transpersonal. Es que Leo fue a visitar a Tito?, es que Tito vino a visitar a Leo?
La Biosíntesis alcanza y propone esta perspectiva.
Es aquí donde se puede percibir el campo de lo sutil, de la energía sutil devenida de la energía densa de las emociones más primarias.
El cuerpo sutil imagina, crea, piensa y siente de un modo trascedente. No repetitivo, tortuoso y escabroso. No”engancha” ni “se engancha” al otro como objeto de disputa eterna. Supera y suelta al otro elevando su frecuencia hacia el amor y la pura posibilidad.
Ya que en este plano de percepción todos los seres somos “uno”. Uno mismo es el otro, el otro es uno mismo. Y estamos proponiéndonos que en esos encuentros desafortunados en la vida tengamos la posibilidad y el motivo o la excusa para el crecimiento interior y por lo tanto de todos los seres humanos. De este modo se aporta al “campo atmosférico humano” sanación y evolución en términos de conciencia. Una corporalidad capaz de abrazar, sentir, co-crear y cooperar.
Gracias Leo por compartirnos tu experiencia, tu tesoro, y así co-crear y cooperar para la reconstrucción de un mundo mejor. Un mundo donde El Trauma Humano pueda ser reparado. En palabras tuyas: «Me parece que en esto de que el otro es uno, tal vez le ayude y sirva como a mi me sirvió. Que sea tan público como lo privado que es, que sea de todos.»